Cabalga en un caballo de madera
construido de duro pino,
galopa sintiéndote libre
volviendo a ser niño.

Recordar viejos tiempos siempre nos vuelve niños, esa infancia que sembró los pilares de lo que hoy somos.

Hoy en Venezuela se celebra el día del niño, estando todavía en cuarentena. Muchos se animaran a salir un rato para sentir el sol radiante.
He visto videos y fotos de niños caminando en los pasillos de los apartamentos subiendo casi hasta el techo, literalmente caminando por las paredes, me he reído, segundo después he pensado en el peligro de sus acciones, allí salió el pensamiento adulto, porque para el niño eso es pura diversión, es experimentar, divertirse y crear nuevos espacios.
Y no podemos lanzar la primera piedra porque recordamos esos domingos subidos en la mata. ¿Cuál mata? Cualquiera que tuviera algún fruto para disfrutar, poncigue, guayaba, tamarindo, mamón. Era toda una aventura ser un niño, jugar horas y horas, ver la televisión. Que días más felices.

Las imágenes de esas aventuras están grabadas en nuestras mentes, lo más probables que no tengamos fotografías de esas aventuras.

El niño que no juega, no es niño, pero el adulto que no es capaz de jugar en algún momento de su vida adulta, atosigado por las responsabilidades se volverá amargado y poco divertido. Sal juega como niño otra vez.

La capacidad de un niño para sorprenderse del mundo exterior, es tan sencilla como ver a un niño observar un camino de hormigas y hacer mil preguntas al mismo tiempo.

La infancia nos pasó, como un domingo cualquiera y no nos dimos cuenta que estábamos almacenando recuerdos, porque la estábamos pasando muy bien.

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