Mi regalo favorito

_{Imagen propia/ F}

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No era un juguete el regalo con el que yo, desde muy temprana edad, soñaba que me trajera el Niño Jesús, a la media noche del 24 de diciembre, una vez que me encontrase dormido, por supuesto. Año tras año, desde que tuve conciencia, le pedía, y después le imploraba al recién nacido Mesías. porque sentía que no me hacía caso para nada, que me trajera un cuatro; anhelaba ese instrumento musical para tocar y cantar como lo hacían los grandes músicos parranderos de mi pueblo.

Yo escribía con bastante antelación mi carta para asegurarle al Niño que me había portado bien durante todo el año y, sobre todo, para recalcarle que lo único que deseaba era un cuatro, pero, cada mañana de navidad amanecía sobre mi cama un juguete que no se parecía en nada a lo que yo estaba esperando con ansiedad. La decepción, sin embargo, no me duraba mucho tiempo, en seguida me contagiaba con la cándida alegría de los demás niños y me sumaba a la incomparable emoción de jugar con los obsequios que habíamos recibido. De todas maneras, con toda seguridad, al año siguiente, le insistiría al Niño Dios que me trajera un cuatro.

Hubo una vez que, el 25 en la mañana, en cuanto me desperté y observé sobre mi cama el regalo que allí se encontraba esperando que yo lo abriera, sospeché de inmediato que podía ser el cuatro que tantas veces había solicitado. La forma alargada del paquete y la manera en que había sido colocado casi me lo aseguraban. Me abalancé jubiloso a quitarle el papel de regalo que lo envolvía y descubrí que sí se trataba del preciado instrumento… pero no era de verdad, era un cuatro de juguete que no sonaba como esos cuatros que usaban las personas que sabían tocarlo para acompañarse en un sinfín de hermosas melodías.

En esa oportunidad mi desilusión fue devastadora y hasta acusé al Niño Jesús de mentiroso y descuidado; además expresé, con mucha tristeza, que de nada valía portarme bien porque nunca recibía lo que en verdad me gustaba. Mi amorosa madre tuvo que sacar a relucir sus sabios consejos para lograr apaciguarme y encauzarme de nuevo hacia el entusiasmo navideño.

Debía tener once o doce años cuando, al fin, el Niño Jesús me trajo de regalo el cuatro con que yo soñaba; y vino acompañado, además, con un magnífico manual para aprender a ejecutarlo. Fue un 25 de diciembre maravilloso; a las pocas horas de tener el instrumento, ya sabía tocar más de la mitad de las canciones que estaban en el cuadernillo de instrucciones y pasé casi todo el día cantando e intentando poner en práctica las notas y los movimientos que había aprendido observando a los músicos del pueblo. Desde aquel momento hasta la actualidad, el cuatro siempre ha estado a mi lado para acompañarme en cualquier ocasión especial.

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Invito a los amigos @mrimpian, @paholags y @napito para que se sumen a este emotivo concurso: Mi regalo favorito.

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_{Nota: Las imágenes pertenecientes al autor fueron tomadas con la cámara del teléfono móvil, modelo: Samsung SM-A135M.}