Cuando era un estudiante de bachillerato, obtenía muy buenas notas en las llamadas asignaturas prácticas; me encantaba estudiar y dominar todo cuanto me enseñaban, en esa época, sobre la física y las matemáticas, dos de mis materias preferidas. Sin embargo, también me fascinaban las clases de castellano y las de historia; me complacía profundamente adentrarme en los conocimientos gramaticales, en las infinitas posibilidades de las expresiones literarias y en los hechos del pasado que dejaban en evidencia tanto las genialidades como los errores de los seres humanos.
Una vez que superé esa etapa de la educación, llegó el momento en que debía escoger cuál sería el camino por el que debía transitar por el resto de mi vida, cuál era la carrera que finalmente estudiaría para forjarme una profesión. No lo pensé mucho, en realidad. Me gustaban las ciencias exactas, las explicaciones lógicas y objetivas de todo cuanto existía a mi alrededor, pero me atraía mucho más conocer de manera exhaustiva el lenguaje y sus múltiples maneras de manifestarse. Determiné entonces que estudiaría Castellano y Literatura.
Forjándose el futuro/ F
Ahora bien, siempre he estado convencido de que esa fue una decisión que emergió de mi personal voluntad, de mi libre albedrío; jamás he llegado a considerar que así estaba señalado en mi destino, que de antemano, en alguna parte, estaba escrito que yo pasaría mi vida estudiando esas áreas del saber para dedicarme, además, a su enseñanza. Si así fuese, nuestras escogencias, nuestras nimias o importantes decisiones solo serían un simulacro, una mentira que interpretamos para cumplir con un guion que desde mucho antes de nuestra existencia ha sido asentado en no sé cuáles libros de la eternidad. Porque si todos nuestros pasos fueron trazados antes de que los diéramos, debemos concluir que los seres humanos somos las simples marionetas de un director que se divierte sometiéndonos al vaivén de los éxitos y los fracasos que van reiterando la hoja de vida de cada individuo.
No podemos negar, por otra parte, que existen personas que nacen, al parecer, dotadas por la naturaleza con ciertas habilidades para ejercer algún oficio o para destacarse en cualquier ámbito del arte. Son individuos que desde muy pequeños demuestran, por ejemplo, destrezas para la música o para la comprensión de las matemáticas. Sin embargo, para desarrollar a plenitud todos esos conocimientos y aptitudes se hace necesario el estudio y la práctica constante; nadie en su sano juicio se sienta a esperar que esas virtudes naturales se perfeccionen de manera espontánea, sin que el interesado realice ningún esfuerzo. Y eso sucede porque cada quien debe labrarse su futuro, aprovechar sus condiciones y sus circunstancias para materializar sus aspiraciones, para construirse su destino con las posibilidades que le ofrece la realidad en que se desenvuelve.
Hola amigo @cruzamilcar63, excelente Post, la vida no es fácil y creo que es difícil cuando estamos jóvenes pensar y decidir, por nuestro futuro, claro te hablo en aquellos tiempo, donde todo era como mas cerrado, comparado como en los actuales momentos que hay mas dirección y mas ayuda al respeto, (no se, si me entides) en los actuales momentos ayudamos y aconsejamos a nuestros hijos y le hablamos como debe ser, nuestros patrones de vida anteriormente, era como un tabú.
Si vamos a la realidad, nosotros creamos nuestro camino y si vamos encaminado con la dirección de Dios cumplimos nuestro propósito que venimos a realizar.
Hay muchas personas que han nacido, con una dirección o un Don increible cosa que se les admira y respecta, ellos han tenido ese apoyo a incondicional y han logrado construir un buen camino.
Saludos ( no si me explique bien jajajaja) este concurso es muy interesante.
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