Andy sacó un pañuelo de su bolsillo y le dijo:

-Tenga, hermosa dama -séquese con mi pañuelo, así su fragancia siempre me acompañará.

Pero la chica respondió de modo tajante:

-¿Me pretende cortejar, caballero? Si es así, déjeme decirle que todos los halagos y palabras bonitas me resultan ridículas. No creo en el amor ni en nada que se le parezca. Por favor, no me moleste.

Andy, le respondió:

-¿Quién le ha herido sus sentimientos para que se exprese tan mal del amor? Mi intención no es molestarla. Al contrario. Desde que la vi sentí una fuerte atracción por usted. Algo que no me había pasado con nadie. Un fuerte deseo de estar a su lado, de protegerla.

-Caballero, su discurso de adolescente es muy tierno, pero yo me sé cuidar sola, no necesito a nadie que me proteja -respondió la chica.

El autobús se detuvo en la parada. El señor que iba al lado de la chica le dice a Andy:

-Te dejo el puesto. Espero que sepas domar a esta fiera salvaje.

La chica lo escuchó y le respondió:

-Cállese, metiche. Definitivamente hoy no es mi día.

El autobús tardaba en retomar el recorrido. Los pasajeros comenzaron a extrañarse por tal situación. Fue allí cuando el señor que iba al lado de la chica, dijo:

-Señores, esto es un asalto. Por favor, entréguenme todo lo que tengan de valor: teléfonos, dinero y joyas. Estoy armado, y quien no obedezca lo mando para el otro mundo.

Pero, la chica era impetuosa, y le respondió al señor:

-Yo sabía que usted no servía para nada. Mi intuición no me falló, delincuente.

El hombre se le acercó y le dijo:

-Cállate o te doy una trompada. No me provoques, por favor.

-No me callo nada, basura, eso eres tú.

El hombre le respondió con una bofetada.

Andy no pudo soportar ver el maltrato que la chica recibía de parte del asaltante y se avalanzó sobre él. La chica estaba muy nerviosa, porque el asaltante tenía un arma de fuego.

Sonó un disparo. Todos los pasajeros gritaron. Ni Andy ni el asaltante se movían. Los pasajeros comenzaron a responsabilizar a la chica de lo ocurrido. Ella lloraba sin parar. Ahora lucía como una niña acorralada. Repetía nerviosa: "No tengo la culpa, no tengo la culpa".

Los funcionarios de seguridad subieron al autobús y se dieron cuenta de que el herido era el asaltante. Andy estaba golpeado, pero bien. La chica corrió hasta donde se encontraba Andy: lo miró con ternuray le dijo:

-Gracias a Dios estás bien. Ambos se abrazaron y nunca más volvieron a separarse. Ahora la chica le reclama a Andy cuando no le dice palabras bonitas.

Invito a mis amigos @aplausos, @genomil y @vivigibelis. Aquí la información

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