Julio niño de 10 años, bastante fuerte, podía lanzar una pelota de béisbol mas lejos, correr mas rápido y hacer muchas cosas mejor que cualquier otro niño de su edad, el problema era que el lo sabia y no vacilaba en comentar con todos lo admirable que era, esperaba que la gente lo alabara constantemente por las tremendas cosas que podía hacer.

Un día se encontraba en la playa de vacaciones, y de pronto descubrió que podía remar en un bote con mas que cualquier otro, soy el mejor, se vanagloriaba Julio, miren lo rápido que puedo bogar, pero otro muchacho lo desafío, Julio por supuesto, no podía permitir que eso sucediera, de modo que remo con mas empeño todavía para mantenerse a la cabeza mientras avanzaba con rapidez grito, mírenme como le gano, miren lo rápido que puedo ir.

En ese momento el remo de Julio se salió de su soporte, eso le hizo caer hacia atrás, y fue a dar al fondo del bote con los pies hacia arriba, en la confusión soltó el remo que fue arrastrado por las olas, pero Julio no permitiría que un pequeño inconveniente como la perdida de un remo le hiciera perder, cambió uno de los soportes hacia la popa del bote y utilizó el remo que tenia como timón, el bote avanzo con velocidad, mírenme, volvió a gritar, vean lo que puedo hacer.

En ese instante el segundo remo también se salió del soporte y lanzo a Julio al agua por encima de la borda del bote, varios botes fueron rescatados juntamente con sus remos, un hombre lo sacó del agua y lo llevó a la playa donde se había reunido una cantidad de gente, cuando salía del agua, todo empapado, alguien gritó mírenme, todos rieron.

Julio también rio con ellos, puesto que no había mucho mas que pudiera hacer, tras el orgullo viene el fracaso, tras la altanería la caída, la vida no siempre es fácil, ni siquiera para el triunfador, en la mayoría de las carreras, generalmente hay un ganador del primer lugar, pero cada participante da lo mejor de si.

Como hijos de Dios, cada uno de nosotros nos movemos a pasos diferentes, y ofrecemos distinto talentos como regalos al mundo, y todos somos necesarios para llevar a cabo el plan de Dios, podemos ser triunfadores al dejar que el espíritu de Dios en nosotros nos inspire cada paso del camino.