LO QUE CORROMPE Y DESTRUYE TU VIDA
David, después de cometer adulterio con Betsabé y tramar la muerte de Urías, permaneció en silencio y no confesó su pecado. Quizás, intentó desaparecer todo, para que nadie se diera cuenta, y diría el tiempo se encarga de todo. Rehusaba confesar su pecado, y su vida se volvió turbulenta. Natán, al enfrentarlo, se da cuenta de su pecado, que falló a Dios.
Hoy el Señor te dice que el pecado no confesado, trae repercusión para tu vida espiritual, física y emocional. Si no confiesas el pecado y te apartas de él, te causará un grave daño a tu vida.
David al final reconoce su pecado al decir: mi pecado, no reconoce como suyo. Le falló a Dios.
Es posible que el pecado no te deje dormir bien, que no tengas tranquilidad, vives la vida con incertidumbre y no tengas paz contigo mismo.
La queja no es la solución, la solución es confesar el pecado y apartarse de él. La queja, hace que no disfrutes de la vida plena, te vas acabando poco a poco. El pecado destruye y corrompe nuestras vidas. David lo experimentó.
Hoy puedes hacer como David, confesar el pecado y alejarte de él.