< Buenas noches hermanos saludos hoy quiero dejarles esta buena palabra.
Mt 7,1-5
- «No juzguen, para que no sean juzgados.
- Porque con el juicio con que juzgue serán juzgados, y con la medida con que midan se los medirá.
- ¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu ojo?
- ¿O cómo vas a decir a tu hermano: “Deja que te saque la brizna del ojo”, teniendo la viga en el tuyo?
- Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna del ojo de tu hermano.
Somos muy propensos a ver los defectos y errores de los demás, antes de reparar en los nuestros. Todos tiene la culpa de lo que ocurre, menos nosotros. O, de otro modo, si todos fueran como nosotros, que distinto sería el mundo. Muy ligeros para juzgar, reprochar y criticar y muchas veces dura y ofensivamente. Antes de hablar debíamos mordernos la lengua, porque pocas veces acertamos, sin embargo ya salió el veneno de nuestras bocas.
Podremos pedir disculpas todo lo que queramos y hasta alcanzaremos el perdón, pero las palabras que salieron de nosotros no podrán volver a nosotros ni borrarse jamás. Por eso alguien reconoce con suma certeza que fuimos creados con dos orejas y una sola boca, para que escuchemos el doble de lo que hablamos, sin embargo muchas veces es al revés y sobre todo cuando se trata de hablar de otros que ni si quiera están presentes.
El Señor nos pide aquí que tengamos una mirada misericordiosa con los demás; que comprendamos que todos tenemos nuestras contradicciones, nuestros errores, nuestras cadenas y limitaciones. Tratar con más caridad a quienes manifiestan abiertamente estas deficiencias, teniendo en cuenta que nosotros también tenemos las nuestras a ojos de los demás. Ser comprensivos y procurar una visión positiva y redentora, porque todos podemos cambiar y mejorar.
Cuando nos llegue la hora de calificar, porque somos maestros o por amistad, hacerlo de frente, cara a cara, con empatía y poniendo el acento en la esperanza y en la capacidad de sobreponernos y reivindicarnos que tenemos todos, evitando sembrar cizaña, ni transmitir desaliento o desolación. Todo lo podemos en el Señor, que es fuente de vida eterna para todos, especialmente para los pecadores y enfermos.
Pero no debemos confundir por ningún motivo el ser tolerantes y comprensivos con hacernos cómplices de situaciones evidentemente contrarias a la Ley de Dios. No se trata de pasar por alto el pecado o hacernos los desentendidos. Hemos de denunciar e involucraros inmediatamente cuando se cometen injusticias, a fin de llamar a la reflexión y la corrección, en tanto seamos testigos de estos pecados. No podemos consentir la violencia, la agresión, ni la injustica contra nadie y mucho menos contra los más débiles.
Gracias por leer esta reflexion. DIOS LES BENDIGA.