Arte y escritura/ Semana 61

Allí los esperaba impávida, quieta muy quieta, la joven Sarah Malcom con apenas 22 años era acusada de un triple homicidio, con mucha crueldad mas agravado con robo que ya por este delito era suficiente la pena capital. Esta joven irlandés fue procesada a muerte por matar a tres personas. Fue considerada una de las delincuentes más atroces. Hogarth un pintor el cual se había hecho famoso por realizar escenas satíricas y trágicas no desperdiciaría esa oportunidad, ya para la época sexo, sangre y deporte era lo que mas vendía, la llamada triada del público.

Su suegro dueño de una galería de arte, Thornhill y él, dos días previos a la muerte de Sarah, la visitaron en su aposento de la prisión y efectuaron dibujos de retratos. Después, Hogarth hizo popular ese trabajo, vendiendo con un muy bajo costo trabajos con la imagen de esta mujer. Sarah posó sin inmutarse, sin arrepentirse y sin el menor quebranto porque le esperaba la horca.

Los “artistas” entraron y comenzaron a pintar, de repente pensaron que si colocaban un rosario en la mesa el cuadro podría ser mejor cotizado, porque algunos pensarían se arrepintió, estaba rezando. Pintaba no con inspiración sino para un público especifico, esos que atraídos por las escenas de crímenes es lo más cerca que estarían de una al ver la mujer, en esa especie de torbellino que en ocasiones los humanos nos adentramos por conocer los motivos, las causas, el rostro de quien comete una transgresión. Sacando provecho de la desgracia debió llamarse el cuadro sin duda….

Invito a: @sariana23