Seguramente el impresionismo tendría manos de mujer en su inicio, lo creo así y lo veo con Berthe Morisot en quien se ve reflejada la intención de captar momentos únicos. En la selección de mi querida @solperez, noté una característica repetida y es que Morisot pintó a gente que entregaba su atención a otros, un aspecto curioso en ella, observa la observación y la pinta para dejarla perenne en el tiempo, ¡Una maravilla! La Cuna es un gran reflejo y ejemplo de lo que he dicho. Una mujer agotada que cuida de su bebé dormida, es una pintura que capta un momento de tranquilidad-inquietante ya que nadie querría escuchar el llanto del bebé. En este orden de ideas, el impresionismo más que una corriente artística para mí simboliza la captura de la espontaneidad y rutina. Durante décadas vimos poses, posturas, y a través del impresionismo nos quedaron cuadros de la vida cotidiana, de momentos furtivos, de instantes de la vida de alguna mujer, hombre, adulto o niño. Fue 1872 cuando Morisot, nos pintó La Cuna, mientras París convulsionaba por la guerra con los francos. Es decir, en medio del caos, encontró refugio en la pintura, usando a sus familiares como modelos: hermana y sobrina. Particularmente me llaman la atención los colores azules tenues y la sobriedad en la mujer. Es una belleza el velo que cubre al bebé y las luces en él. Aunque es casi imperceptible, la niña también tiene una mano arriba posada en su cabecita, casi imitando a su madre. ¡Muy peculiar! Cualquiera que vea esta pintura notaría la sencillez, los colores fríos en ella, transmite paz -o al menos a mí- hay algo mágico en la observación y es lo que noto aquí.