A Elena siempre le gustó la lluvia, hasta que una vaguada la despidió de unos amigos de la universidad, entonces comenzó a contarle el tiempo de presencia y a angustiarse cuando sentía que habían caído más gotas de la cuenta.

A Jorge, por el contrario, le encantaba que lloviera, "así duermo sabroso", decía. El día siguiente después de un aguacero salía al patio a ver sus plantas. Elena lo acompañaba dichosa, ella amaba el reverdecer y las flores, podía pasarse horas plantando nuevos brotes.

La naturaleza siempre es amigable hasta que responde al maltrato humano, ahí puede ser implacable, por ello hay que atenderla con la misma devoción que nos da.

Una mañana Jorge y Elena salieron al mercado, a mitad de camino una llovizna muy tenue se presentó; ella se lamentó de haber dejado el paraguas y él presuroso sacó su pañuelo y se lo puso en la cabeza, miedoso de una supuesta gripe comenzó a quejarse. Ella le decía que si no creía que una lluvia podría enfermarlo eso no ocurriría. Él insistía que una llovizna le daría un resfrío y que los tiempos no estaban para eso. Elena prefirió callar. El suave rocío le refrescaba el rostro y el petricor le subía el ánimo.

Esa tarde, ya en casa, la lluvia arreció, ambos se fueron al balcón a verla caer, gruesos chorros se precipitan de los techos, cristales de agua chocaban contra las barandas salpicándolo todo, hacía frío. De repente Jorge divisó unos pajaritos que se sostenían en la guayas del alumbrado eléctrico y los señaló eufórico.

Dos aves minúsculas, separados uno del otro, resistían la lluvia, cualquiera diría que la disfrutaban, con la cabeza volteada hacía arriba y el pico mostrando la inmensidad del cielo. Sin miedo a contraer ninguna enfermedad, sin consciencia de lo efímero de la existencia, ambos estaban ahí, pequeños moldes grises desafiando la tormenta; de pronto uno de ellos sacudió su cuerpo y voló, al instante el otro imitó su vuelo.

La lluvia pasó, dejó los terrenos húmedos, nuevo verdor a las plantas e ideas frescas para renovar el pensamiento, las mentes inquietas ponderan dónde está la fragilidad y dónde la fuerza.

Expreso mi agradecimiento a las amigas @marcybetancourt y @solperez por permitir este tipo de iniciativas.

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Mi contenido es original.
Las imágenes las tomé con mi teléfono Redmi T9

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@charjaim