Definitivamente todo es acerca de crecer, de madurar, de hacerse grande y tener la capacidad de valerse por sí mismo.

Si hay algo valioso para una madre es saber que su labor esta haciendo efecto. Preparar a los hijos para la vida sin que por ello les haga sentir que están solos, a su suerte. A Piper, como a todo niño, le llegó el tiempo de crecer y para ello necesita estar presto y abierto a los cambios, y ese es precisamente el trabajo que poco a poco mamá ha ido haciendo.

Dentro de la inocencia y la impulsividad Piper da sus primeros pasos a su ritmo, en su momento, solo pero nunca solitario; mamá siempre está cerca recordándole que él puede y haciéndole sentir lo orgullosa que está del ser en el que se está convirtiendo.

Siente que para aprender necesita salir y explorar más allá de su zona de confort y que como todo, lo único que necesita es dar el primer paso con seguridad, sin importar lo grande de las dificultades ni las secuelas que a veces traen consigo sino lo que de esa experiencia obtendrá y cómo se sentirá cuando lo haya logrado.

Él visualiza lo que quiere, mientras observa donde está y entiende lo que debe hacer para obtenerlo. Es allí donde se da cuenta que muchas veces las cosas no eran tan fáciles como mamá las hacía ver, también sabe que si se esfuerza puede hasta alcanzar mayores frutos y descubre que por muy profunda y difícil sea vea una situación siempre habrá una forma de salir de ella airoso.

Y es en ese ensayo y error, ganando y perdiendo que reconoce que puede ser feliz haciendo felices a otros, sin tomar en cuenta más nada que el bienestar ajeno evidenciado a través de la sonrisa en sus rostros y la paz que él siente en su corazón al final del día.