¡Salud y vida, mis steemados amigos!
Con esta publicación doy cuenta de mi participación en el MiniConcurso convocado por @venezolanos cuyas bases puedes encontrar aquí y echarte a rodar desde ya.
Al leer la convocatoria, recordé automáticamente esa irrepetible primera vez que me atreví a subir a una bicicleta. Paso a contarles:
Ilustración de autoría de @danapalooza
Yo vivía con mi mamá y mis tres hermanos. Teníamos muy serias carencias económicas, pero como era niña y no entendía nada de economía, recursos, inflación, poder adquisitivo y otras cosas insignificantes como esas, cada vez que terminaba un año escolar, le pedía un regalo a mi madre: una bicicleta.
La pedía con fe y con la certeza de que la merecía pues siempre fui muy buena estudiante y mi conducta, tanto en la escuela como en la casa, era irreprochable.
Hoy sé cuánto le dolería a mi madre cada petición de esas. Pero ella nunca me dijo que no podía; pero, en su defecto, siempre me ponía una meta más alta. Así que, cuando salía de un grado, me ofrecía la bicicleta para el siguiente. Cuando salí de la escuela, de sexto grado, me la ofreció para cuando cursara el bachillerato. Es decir, tres años más adelante.
Una vez – no recuerdo si era una fecha especial pues yo casi nunca visitaba a mi papá – mi madre me llevó a pasar el día en casa de mi padre. Las pocas veces que iba, mis hermanos de allá me recibían con verdadera alegría y me incorporaban a todas las actividades de las que podían hacerme partícipe. Recuerdo que una de las veces que los visité, fui a una clase de manualidades con mi hermana y ahí aprendí a hacer unas pulseritas con un lindo tejido. En otra oportunidad, aprendí a tejer en punto de cruz.
Pero en esta ocasión, salimos de casa a una actividad al aire libre en un campo de entrenamiento para beisbolistas que quedaba muy cerca de donde ellos vivían. Yo me quedaba junto a mis hermanos pues, a pesar de tener ya once años, no me resultaba fácil socializar y no conocía a los demás niños.
Sin embargo, mi hermana sí. Y me indicaba lo que debía hacer.
Alguien llegó con una bicicleta y, como casi todos estaban distraídos en juegos de equipos y yo no me incorporaba a ninguno, mi hermana me preguntó si quería correr la bicicleta. Yo le dije que no sabía manejar pero que quería aprender.
Ella subió al vehículo mientras me daba unas instrucciones. Luego dio un par de vueltas por el lugar y yo la observé atentamente para aprender.
Tan pronto volvió a mi lado y se bajó, yo me subí con la ayuda de ella y del dueño de la bicicleta. Ambos me llevaron un par de metros (quizás un poco más) para que le tomara el ritmo. Luego, emocionados y complacidos por su labor como instructores, me dejaron conducir sola.
Y fui directo y a gran velocidad a una montaña de escombros que estaban acumulando en una esquina de aquel campo de béisbol.
Cuando mi mamá fue a recogerme al final de aquel día, se horrorizó al ver la cantidad de raspones que yo tenía en los brazos y la cara. Luego, en casa, vería los de las costillas y la espalda.
Creo que esa fue la última vez que, de niña, visité a mi papá y también fue la única vez que conduje una bicicleta pues, aunque la seguía pidiendo al finalizar cada año escolar, nunca llegó a mi vida.
@eudisdiaz imaginamos a tu mamá viendo los...
Posiblemente, no vio el rostro de felicidad que tenías mientras recordabas esos segundos en que lograste tu sueño de manejar una bicicleta.
Gracias por unirte con tus ruedas prestadas a este Mini-Concurso 😉. Saludos fraternos 💗
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Así mismo fue, @venezolanos. A pesar del tiempo, recuerdo que estuve muy feliz de haber rodado en esa bici.
Gracias a ti por esta idea tan linda y por haber estimulado con tu propuesta tantos recuerdos hermosos.
Abrazos por montón.
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Amiga @eudisdiaz no lo imagino lo viví, por motivos diferentes, pero nunca pude manejar bicicleta ni patines y vaya que en esos tiempos era casi imprescindible saber alguna de las dos para poder tener más tiempo de socializar jejejeje.
Me encanta su historia así que aunque es triste los motivos por los cuáles no llegaste a la bicicleta también es verdad que nos cuentas el hecho de manera amena y algo graciosa.
Así que mi apreciada steemians voy a publicarla en LEER HACE BIEN pues es fantástica 🤗 para que más amigos puedan leerla.
Saludos y Bendiciones 😊🙏
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Hola, amiga @teretiti! Me siento honrada de que me hayas elegido para promover la lectura en general y la divulgación de mi ejercicio narrativo.
Esa anécdota la recuerdo con alegría y a todos los que se la he contado oralmente les resulta muy divertida. Siempre he logrado motivar risas con ella.
Las razones por las que no logré mi sueño de tener una bicicleta quedan opacadas y hasta olvidadas por la alegría que produce el hecho mismo de haberme atrevido a manejar una bicicleta sin tener la menor idea de cómo se debe hacer.
Gracias por tu valoración de mi relato y tus amables comentarios. Gracias por promover la lectura y las visitas a mi blog.
Un abrazo.
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Dios te bendiga hija de Dios 🙏 por anécdotas llenas de Ingenuidad, jocosidad y mucha ternura 🤗👌
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