Siempre es bueno de vez en cuando abstraerse un poco de las obligaciones diarias y dedicarse con amor y entrega, así sea unos minutos, a alguna labor o hobby que redirija la atención al esparcimiento, la relajación, al disfrute, muchos pensarían en actividades al aire libre, que no caerían nada mal, pero no todo el tiempo podemos hacerlo, también puede ser leer, escuchar música, ver alguna película, pintar; particularmente en mi caso (algunos no estarán de acuerdo conmigo) elegí realizar una manualidad.

Solo soy una aficionada que trata de hacer lo mejor que puede, aunque ya tengo muchos años en esta afición. Desde primaria me encantaba educación para el trabajo, contaba las horas para que diera inicio la clase, y luego en bachillerato tuve una excelente profesora de corte y costura, de ella aprendí lo que ahora aplico, a hacer patrones, a confeccionar una prenda, a atreverme y a hacerlo bien.

Mi inspiración fue mi mamá, desde niña veía cómo resolvía con su máquina de coser, cualquier arreglo que necesitaba una prenda de vestir, agarrar un ruedo a mano, cambiar el cierre de un pantalón, hacer una cortina, un mantel, un adorno navideño, pegar botones, cualquier cantidad de cosas que son tan útiles saber hacerlas, por más sencillas que parezcan, ameritan destreza y habilidad.

Lo que más me gustaba era cuando mamá gentilmente le hacía vestiditos a mis muñecas, la sorpresa y la alegría gigantesca que sentía era indescriptible, claro… ver lo que lograba hacer con los materiales que tenía a la mano era mágico, y me enamoré de esa capacidad de crear y tener ese grato sentimiento de ver el producto final y decir… ¡lo hice!.