Brideshead Revisited (1981). Análisis (Parte I)

El tema general del trabajo de Waugh gira en torno a la religión y de cómo esta afecta las acciones y los sentimientos de los personajes, así como sus acciones y sus opiniones acerca de los demás. La madre de los hermanos Flyte, Lady Marchmaid, interpetada por Claire Bloom, es la matriarca de Brideshead. Es la única persona en toda la serie que se impone de forma que a nadie se le ocurre siquiera decirle una negativa a alguna orden suya. Ella dice qué se hace, cómo se hace y cuándo se hace. Se convirtió al catolicismo poco antes de su matrimonio y es la más religiosa del grupo. En su papel de dueña del lugar, obliga a los demás a seguir la misa rígida rutina que ella. Sus dos hijos, su sobrino y su sobrina segunda son los familiares más cercanos que tiene. La decoración de la casa, mezcla de estilo clásico con barroco, está plagada de figuras religiosas más que nada ángeles y esculturas marianas, probablemente con la intención de recordar a los demás que no deben desviarse por el mal camino.

Su esposo, encarnado por Laurence Olivier, queda relegado a un plano distante ya que no puede oponerse a la personalidad imponente de su compañera ni tampoco es tan creyente como ella por lo que se muda a Venecia, Italia, para tener una vida relajada a la vez que comete adulterio con Cara, el personaje interpretado por Stephane Audran. A diferencia del personaje de Olivier, los de Simon Jones y John Grillo son tan dóciles y sumisos con las exigencias de Lady Marchmaid que llegan a formar parte de su séquito sin ningún problema. La hija de Lord Marchmaid, interpretada por Phoebe Nicholls vive en otra mansión y al estar distante de la madre de Julia y Sebastian por uno o dos niveles en la escala familiar, puede escapar con mayor facilidad del control que es ejercido sobre ellos.

Julia Flyte, por su parte, al principio de la serie, parece feliz de ser sumisa, pero, hacia la segunda mitad de esta, empieza a tener sentimientos hacia Charles Ryder y al encontrar reciprocidad en él, inician un amorío que llega a carcomerla por dentro ya que, según los mandamientos, está cometiendo un pecado. Ryder no muestra remordimiento ya que para él, la religión no tiene por qué tener un lugar importante en su vida. A pesar de estar enamorada de él y de querer escapar de un matrimonio infeliz, Julia prefiere quedarse junto a su esposo para no sentirse culpable. Su hermano no tiene mejor suerte con sus propios conflictos. Educado dentro de un entorno religioso, Sebastian tiene que luchar contra lo que le han enseñado y contra lo que desea hacer. Ocultar su homosexualidad es uno de los conflictos generados por la atmósfera religiosa de la historia. Una de las cosas que el autor logró en su obra fue la tensión erótica entre Sebastian y Charles. Aunque éste no da señales de ser así o de mostrar algún tipo de interés más que de amistad hacia Sebastian. El hermano de Julia Flyte trata de ahogar su infelicidad e indecisión en el alcohol lo cual está lejos de ayudarle a resolver la diatriba interna o, como preferiría un lector o un televidente optimista, que optara por la solución más sana. En los episodios que van del segundo al cuarto, se lo ve ebrio con frecuencia. Charles Ryder comenta en uno de ellos: “envejecimos pero yo bebía menos y él más” Lady Marchmaid lo ve como su oveja extraviada, aquella que se escapó de sus controles a pesar de los intentos que hizo por pulir su conducta. Al empezar su hijo a estudiar en Oxford, ella pidió al señor Samgrass, un conocido suyo de la juventud, que lo tuviera bajo su cuidado y la mantuviera informada de cada actividad suya por lo que ni siquiera a varias millas de distancia puede sentirse libre de su ojo vigilante. Sebastian, quien no es ningún tonto, mantiene la distancia de Samgrass a pesar de los intentos de aproximación de este con la intención de convertirse en su amigo.