Fragmentos y reflexiones de La academia de Piatock, de Alberto Szpunberg

Reb Margulis, el mudo, expone la tesis del sábado permanente

Recorrimos todos los rincones del mundo y las preguntas son las mismas:
¿Dónde no tuvimos hijos y sembramos muertos?
¿Dónde no mordimos el polvo y volvimos a levantarnos?
¿Dónde no perdimos el rumbo y volvimos a perdernos?
Esa piedra, ese disparo, esa brizna de llama que brota en el viento
Hasta la moneda que mi mano busca en el bolsillo y no encuentra
He ahí que toda tierra es prometida, he ahí que todo día es sábado.

La impotencia de la gente para defenderse de las guerras, las pestes, las persecuciones religiosas milenarias, pueblan las páginas de La Academia de Piatock.

El desaparecido recorre todos los territorios ocupados del mundo y da su informe

Hasta los 36 justos corren enloquecidos por el campo en busca de sí mismos pero, >anónimos desde siempre por principio, se cruzan, se rozan, se chocan, y no se >reconocen:
Más de un inocente es señalado con el dedo y paga con la vida no ser justo pero parecerlo. […]
Margulis, el mudo, adquirió esa gravedad de quien solo habla consigo mismo, pero >ellos ni siquiera repararon en que le faltaba un zapato y que por eso lloraba >quedamente sobre sus huellas, […]
Hubo muchos que agacharon la cabeza y desnudaron su cuello, de rodillas, en la >plaza, ansiosos de ser bendecidos por la muerte […]
Reb Arieh Leib Naftule, con los ojos cerrados para siempre, que busca el entresijo >de un versículo donde la palabra, al menos, sea un gesto amable, comprensible.