Narra la doctora Adoración Medina, que a eso de las 2:30 de la madrugada ingresa un paciente de 38 años de edad, el mismo es de descendencia árabe, referido del IVSS a la clínica Guadalupe de Coro, con un infarto, un IM, un síndrome coronario agudo, con una taquicardia supraventricular, además llega hipotenso con una tensión de 80-50, sudoración profusa blanca, pálido con dolor en el pecho, tipo de un infarto, con una frecuencia cardiaca de 180 por minuto, inmediatamente la Doctora Adoración se comunica con la especialista, la cardióloga que estaba de guardia ese día, porque había que revertir al paciente, es decir, había que practicarle un electroshock, para sacar al paciente de ese proceso.

Sigue contando la doctora Medina, que ella sola no podía realizar ese proceso médico, ya que la enfermera que estaba con ella no se sentía bien preparada para que fuese su apoyo, sin embargo ella realizó todo el protocolo para estabilizar al paciente, pero el paciente no mejoraba.

El paciente asustado le manifiesta a la doctora que no se quiere descompensar, que se quería parar porque le dieron ganas de evacuar, allí es cuando la galena, le dice que de allí no se puede levantar, y le hizo esta pregunta ¿usted cree en Dios? Él le respondió, “si creo y bastante“ entonces “confié en el, que Dios está con nosotros y pídale a él para que le de la salud que usted necesita. Dios es grande y bondadoso y nunca nos abandona, le dice la doctora“.

Después de la breve conversación el paciente se le comienza a bajar más la tensión y la sudoración era mucha más profusa, la frecuencia cardiaca alcanzo el pico de los 200 latidos por minuto, por lo que la doctora sale para hablar con los familiares y notificarle lo que estaba sucediendo con su familiar, y que su cuadro clínico era de mucha gravedad, en ese momento suena el timbre y era la cardióloga que había llegado para realizar el electroshock de emergencia, seguidamente la doctora Adoración la aborda camino a la habitación y comienza a presentarle el caso a la especialista, la misma es cristina y por su religión no creen en santos ni imágenes cuando abren la puerta de la sala de electroshock, observan los monitores con los valores altos producto del infarto, es ese preciso momento el paciente realiza una inspiración profunda y dice: ¡YA! en lo que dice esa palabra, las doctoras sorprendidas dirigen sus miradas inmediatamente a los monitores de desfibrilador, y estaba todo bien, se normalizó, la frecuencia le cayó en 1 segundo a 70 por minuto, en el otro monitor observan que todavía estaba taquicardio y de repente baja y se normalizan los valores, el paciente entra en razón y con una voz tranquila les dice, ¡ya me siento mejor no tengo dolor en el pecho, porque el doctor que salió cuando ustedes entraron me tocó el pecho y me dijo que todo iba a estar bien, y ya no me duele! ellas se quedaron atónicas viéndose las caras porque en la clínica solamente estaban tres personas, la enfermera, la cardióloga y la doctora Adoración, asombradas le preguntaron: ¿Qué doctor? si aquí no hay más nadie, “es un doctor de bata blanca con bigotes él estaba conmigo ahorita, me tocó el pecho y me dijo que todo iba a estar bien que no me preocupara“, respondió el paciente.

Nota la fuente de este relato, es la doctora Adoración Medina, médico de la clínica Guadalupe de la ciudad de Coro, a los 11 días del mes de abril, año 2021.

Luego de tres días de ese momento celestial, o santo no sé cómo llamarlo, el señor de 38 años agradeció las manos del Dr. José Gregorio Hernández por salvarlo y de tener la dicha de verlo, para la gloria de Dios el hombre ya está en sus labores habituales y trabajando.

Recordemos que este 30 de abril el médico de los pobres será beatificado en la ciudad de Caracas, como santo de Venezuela, el doctor José Gregorio Hernández también es reconocido por sus grandes aportes a la medicina. Su subida a los altares llega en el mejor momento por lo que está sucediendo con la pandemia del coronavirus, y que mejor alivio para sanar a los enfermos y que el virus termine su propagación en el país y en el mundo.

Fuente

Como dice la gente, la FE mueve montañas, es una palabra que tiene un poder inmenso, y es a esa FE que debemos aferrarnos en estos momentos de tanta incertidumbre. Solo la FE te salivará, solo hay que tener FE para salvarse.