Imagen propia
En el pasado tuve la oportunidad de experimentar el amor, de diferentes maneras, las personas que llegaban a mi vida me enseñaron la gama de colores que reflejaban su capacidad y habilidad para amar.
Yo, siempre he sido fiel creyente del amor bonito, no tratándose de ese que muchos describen como un color rosa, pero sí y a mí percepción con uno más intenso y con degrado del mismo.
Tornando a su vez la sublime y especial sensación que se demuestran a través de unos tiernos besos, así como la intensidad y pasión que emergen de unas caricias. Pensé que para aquel entonces era la máxima expresión la que yo vivía, pero ¡No, no lo fue!
Me encuentro en la mejor etapa de mi vida, en la que me han hecho sentir viva, en la que no es necesario hablar más de 10 palabras para ser comprendida, en la que aún en el silencio se puede disfrutar del sonido inconfundible de los latidos de un corazón, y que sin pronunciar palabra alguna hasta eso, eso me resulta placentero.
Y ni hablar de la complicidad, magia exquisita y predilecta que día a día me otorga a manos llenas la magnificencia su amor hacia mí. Un privilegio, un honor y la dicha de sentirme viva.