Una vez más, mi agradecimiento a @VenezolanosSteem, @MarcyBetancourt y @SolPerez por hacer posible este espacio de crecimiento cultural. Y un agradecimiento especial a @oacevedo, por haber tenido la iniciativa de esta Primera Edición del Concurso Foto-relato, en #Venezolanos Steem, por @oacevedo.

Hoy el relato parte de la imagen de una hoja de palma...

En esta isla olvidada, Laura es una hereje entre brujas.

La rama de palma verde reposa sobre el portal que da al mar, enmarcado por la noche que ya se cierne sobre las casas en la isla de Los Mártires. Es un símbolo de victoria que las hechiceras robaron al pueblo al invadirlo y conquistarlo, pero fue hace tanto tiempo, que no hay libro que lo apunte, ni persona que lo recuerde.

Es Domingo de Palmas por la noche. Ya de las misas solo queda un vestigio de mirra que se cuela en el aire y perfuma el inconsciente de los que duermen. En un sueño, Laura se ve a sí misma con el brazo extendido hacia el espejo, flexionando la muñeca hacia atrás y estirando tanto los dedos al abrir la mano que la palma le queda plana en paralelo a su reflejo. Una mujer morena aparece del otro lado y cruza a través del cristal, como si fuera mercurio líquido; tiene ojos grandes cafés y mirada profunda. La mujer recoge la gasa blanca del chador y deja ver su mano palidecida por la oscuridad, la cual coloca palma con palma sobre la de Laura. Entonces recita: Esta mano es tuya como es mía.

El eco del mantra resuena en claro del aquelarre. Las brujas recuerdan de inmediato a la hereje y, llamadas por la amenaza, vuelan hasta su cama. Una tras otra atraviesan la ventana abierta como cuervos huyéndole a la luna y una vez allí, entran a su sueño; sin embargo, la mujer del chador blanco se ha marchado.

¿Qué dijo? Pregunta la más vieja, intentando no parecer asustada. Laura extiende la palma de su mano, tocada por la divinidad y la muestra a la anciana, quien ve en este gesto su fin: la palma santa.