Recogieron las cosas que necesitarían para el viaje y las metieron en grandes maletas. Muchos objetos fueron regalados a la familia y a los amigos, pero otros fueron tirados a la basura sin ningún remordimiento. Muchas de esas cosas estaban en óptimas condiciones, servibles, pero nadie las quería. Por eso decidieron botarlas porque tal vez, otras personas desconocidas podrían darles mejor uso.

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Trataron de poner algunas cosas en bolsas porque así, aunque estuvieran en la basura, no se ensuciarían ni se extraviarían. Cuando el camión de la basura pasó por aquella casa, recogió bolsas y bolsas muy bien amarradas. Los trabajadores del aseo se percataron de que muchos de esos objetos estaban en buen estado y los guardaron para ellos.

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Uno de esos trabajadores, cuando llegó a su morada, abrió las bolsas que él había tomado. En algunas había ropas, en otras utensilios de cocinas y juguetes. Como tenía niñas, las niñas se alegraron al ver las muñecas y los peluches. Inmediatamente comenzaron a jugar y pasaron toda la tarde felices por el gran hallazgo que había hecho su padre. Nunca se habían sentido tan contentas de que su padre trabajara en el aseo urbano.

HASTA UNA PRÓXIMA HISTORIA, AMIGOS