Arón y Leo eran dos amigos que se habían conocido desde pequeño en la escuela y aunque Arón era un muchacho flojo y muy indisciplinado, había hecho equipo con Leo que era todo lo contrario: inteligente, preocupado y muy estudioso. Muchos profesores le habían recomendado a Leo que dejara aquella amistad porque Arón más que beneficios, podría traerle muchos problemas, pero Leo se hacía el sordo.

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Así llegaron a la universidad y aunque muchas veces Leo le reclamaba a Arón su falta de compromiso e irresponsabilidad, este se burlaba de su amigo y le decía que la vida no era para estar estudiando sino para divertirse. Entonces, acostumbrado a ayudar a su amigo, Leo lo ayudaba en los trabajos y en los exámenes, para que por lo menos, pudiera pasar las materias en cada semestre.

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Pero cuando estaban en los últimos semestres, debían hacer una tesis, por lo que más que ayudar a Arón, Leo se dedicó a hacer su trabajo como siempre. Arón, observando que su amigo no lo ayudaba, molesto, en un descuido, tomó el trabajo que Leo tenía en su computador. Cuando Leo buscó el trabajo, no lo halló, Arón lo había borrado. Sin saber qué hacer y muy angustiado, Arón comenzó a hacer un nuevo trabajo.

El día de la defensa de tesis, Leo hizo un buen trabajo. Cuando le tocó el turno a Arón, no supo cómo defenderse. Para todos y para Leo quedó claro el robo de información. Arón no solo perdió el semestre, también perdió un gran amigo.

HASTA UNA PRÓXIMA HISTORIA, AMIGOS