Gilberto era un joven campesino de mirada brillante y sonrisa contagiosa.
Su vida transcurría entre el aroma a tierra mojada de sus cultivos y las risas de sus hermanos bajo el sol del mediodía.
Sin embargo, sobre él cargaba un peso que no lo dejaba de perseguir: La Guerra Un conflicto que teñía de rojo otras fronteras y que pronto sería la causa de que este joven dejará de sonreír.

Un día, mientras Gilberto araba la tierra, un grupo de soldados irrumpió en su aldea, anunciaban un decreto obligatorio: todos los jóvenes debían alistarse en el ejército para defender la patria. El corazón de Gilberto se encogió de miedo. No quería empuñar un arma, no quería ser parte de la muerte. Pero no había opción. La desobediencia se castigaba en contra de su padre.

La despedida con su familia fue la escena más triste. Lágrimas recorrían sus mejillas y las mejillas de su madre, mientras lo envolvía en un abrazo que pretendía ser eterno. Su padre, con la voz entrecortada por la emoción, le susurró: "Vuelve pronto, hijo mío. Vuelve sano y salvo". Los ojos de Gilberto brillaban con una mezcla de tristeza y desolación, Sabía que la guerra lo cambiaría para siempre, pero juró por su familia que regresaría.

Imagen del Concurso

En el cuartel, la vida era dura y despiadada. La instrucción militar era implacable, y borró cualquier rastro de individualidad. Gilberto se convirtió en un número, una pieza más para ser frente en el combate, Los días se convertían en semanas, y las semanas en meses, mientras entrenaba sin descanso para un enemigo que deseaba jamás apareciera.

La guerra finalmente llegó, y con ella, el horror. Gilberto vio cómo la muerte se llevaba a varios de sus compañeros, tuvo que presenciar cómo la sangre teñía la tierra y el cielo se llenaba del rugido de las armas. La inocencia que habitaba en sus ojos se fue apagando poco a poco, reemplazada por una mirada endurecida por el dolor y la crudeza.

En una batalla particularmente dura, Gilberto fue herido de gravedad. Su cuerpo, cayó en la tierra teñida de rojo, la guerra, finalmente, lo había alcanzado.

Sin embargo, un milagro sucedió. Las balas no lograron acabar con su vida, y con el amor y la promesa que les hizo a su familia, luchó con todas las fuerzas que aún quedaban en su corazón, y se salvó, sus compañeros de campamento lo auxiliaron.

Logró recuperarse tras meses lejos del combate, la guerra había llegado a su fin, al menos para el, y lo enviaron de vuelta a casa, Gilberto regresó a su aldea, pero ya no era el mismo. La guerra había robado su alegría, dejando en su lugar una profunda tristeza. Su mirada, antes brillante y llena de vida, ahora era un reflejo del horror que había presenciado.

A pesar de las secuelas físicas y emocionales, Gilberto se aferró a la esperanza de tener futuro sin violencia, luchó desde su aldea para sembrar valores en los jóvenes y fue ejemplo de Paz para todos, vivía implorando un futuro sin Guerra, y que nunca más ningún joven soñador tuviera que despedirse de sus familias y su tierra.

No a la Guerra que hace mucho daño.

Y hasta aquí mi participación quiero invitar a participar a @mayepariata @mariami @yosiven hasta la próxima!!!

Por aquí anexo mi logro 1 para cualquier verificación de mi identidad: Este Soy Yo