Darle vida a una historia, es un arte fascinante que nos aporta la vida, ya que a través de ese relato que escribimos o estamos leyendo, podemos conectar con una semiótica de subsistencia capaz de enseñarnos a conocer nuestro objetivo en este mundo.

  Nuestra amiga @solperez nos da la oportunidad de estimular en nosotros el arte de la escritura y, partiendo de su iniciativa, hoy nuevamente me complace unirme a una nueva edición de este concurso. Sin más preámbulo, comienzo con mi participación.

  Martina es la bailarina de danza contemporánea más aclamada del mundo. Asistir a una de sus presentaciones, es disfrutar un espectáculo que jamás se va a superar y, gracias a su talento, las oportunidades laborales le llueven a granel.

  Ser como ella, es el sueño que constantemente le manifiestan las niñas, adolescentes, jóvenes o mujeres adultas que asisten a sus presentaciones y, aunque esta particularidad se la expresan por halago, para Martina es una cruz que cada día le pesa más.

¿En qué parte de la historia se perdió esa Martina que todos alaban?

  Se pregunta a sí misma constantemente y, al no tener respuesta, destila un suspiro que deja en evidencia la terrible depresión que cada día la aísla más de la vida. Sin embargo, ella hace todo lo esencial para que nadie note que internamente está en pedazos.

  Don Plutarco, el representante de Martina, le notifica que en dos horas debían estar en el aeropuerto porque viajaría a Nueva York, ya que finalmente había llegado el momento de realizar un espectáculo en el único lugar donde aún no había hecho historia.

¡Brindemos! Porque harás un solo en Broadway

  Desde niña, este era el sueño de Martina y, a pesar de que su reacción fue eufóricamente alegre, internamente continuaba sintiendo un vacío agudo que le perforaba el estómago y corazón en cada suspiro que hacía. No obstante, ella, además de ser experta en el baile, también lo era ocultando sus sentimientos.

  El día de la presentación llegó. Todo el equipo de trabajo de Martina estaba haciendo lo elemental para que el espectáculo fuera un éxito. Plutarco no dejaba de impartir directrices y, al ver que su bailarina estrella estaba un poco dispersa, le dice:

Lo tienes todo Martina; eres la mujer más exitosa del mundo

  Al escuchar esas palabras, Martina no pudo seguir ocultando sus sentimientos y estalló en llanto. Plutarco, desconcertado por lo sucedido, le grita que no llore porque iba a arruinar su maquillaje y, el reflejo que ella representa es el éxito, no la derrota.

  Martina se observa en el espejo. Manifiesta que desde hace diez años no ve a esa bailarina que todos aplauden y al divisar su reflejo, lo único que percibe es un maquillaje que transforma en sonrisa y belleza el dolor en conjunto con soledad al recordar que ella misma se perdió por estar buscando una fama que al final de todo, la llevó a un estilo de vida donde es una completa desconocida para su familia.

  Sin emitir palabras, el asistente de Martina la abraza. Él comprendió que ese estallido de ella era un estruendoso y desesperado grito de auxilio.

¡Estoy contigo Martina!

  Las palabras del asistente no fueron extensas, pero sí muy contundentes para que ella entendiera que alguien había escuchado su clamor. Esa noche Martina no se presentó en Broadway tal como se esperaba.

  Plutarco tomó la decisión de demandarla por incumplimiento de contrato. Sin embargo, ella sintió que la sanidad de su interior era más importante que cualquier demanda. Ella asistió a terapias donde superó la depresión y, se reencontró con su familia.

¡Muchas gracias por leer mi publicación!