Pensé mucho en mis seres queridos y de inmediato se me vino a la mente la imagen de mis nietecitos amados Leah y Liam José. En mi mente se dibujaba con colores pasteles la tierna risa de Liam José y aquellos ricos abrazos de mi Leah, acompañados con su dedito de seda en mi pecho y diciendo la frase “Tu corazoncito en mío y este corazoncito mío es tuyo”. En ese momento sentí un tsunami de sentimientos, mi corazón subió las revoluciones y los extrañe enormemente.

Cómo me sentía con esa sensación de nostalgia, luego de desayunar , tomé el teléfono para llamar a mi hermano Rafael y comunicarle que hoy no asistiría a trabajar en el pequeño negocio de computación que tenemos en sociedad. Así transcurrió la mañana con la nostalgia abrazada a mi cual novia extremadamente zalamera. A media mañana me tomé un analgésico, el mismo surtió efecto antes del mediodía y pude almorzar un poco más tranquilo. Con el detalle de que la nostalgia seguía más agarrada a mí que una vieja en una moto (Así dicen en mi pueblo cuando algo está bien sujeto).

Después de almorzar, decidí visitar a los chipilines (niños pequeños) de mi localidad, y que mejor lugar que ir hasta el estadio de Churuguara, lugar que me ha brindado grandes triunfos, satisfacciones, emociones y logros personales en general.

Desde muy temprana edad me inicie en la práctica deportiva incursionando en deportes tales como: Fútbol, Baloncesto, Voleibol y Béisbol. Siendo el Béisbol mi pasión, deporte que práctico aun con cierta regularidad y en el cual he obtenido muchos logros (Medallas, trofeos, placas y diplomas de reconocimiento).

Ninguna de estas medallas, trofeos, placas y diplomas me han dado más satisfacción y felicidad que la proporcionada por el hecho de compartir con los niños de mi pueblo los conocimientos de los deportes que práctico, especialmente el Béisbol. Durante la práctica de este deporte es común para mí que se acerquen los niños a saludarme y a pedirme que les obsequie pelotos de Béisbol o cualquier otro implemento deportivo que cargue en mi Batera (bolso para bates e implementos deportivos) al instante, como muñequeras, guantines e incluso zapatos de jugar Béisbol. Con respecto a estos últimos cuando he tenido la oportunidad de viajar a Barquisimeto he comprado algunos pares para obsequiarlo a los niños de escasos recursos a quienes les apasiona la práctica del Béisbol. Obviamente hoy día se me hace cuesta arriba el seguir obsequiando algunos de estos implementos, pero cuando tengo la oportunidad y puedo lo hago. Al verle la cara de felicidad al niño, el corazón se me pone grandototote.

Al llegar al estadio de Churuguara, me dio gran emoción el reencontrarme con los niños deportistas de mi pueblo, el compartir un rato ameno y feliz viendo a tantos chipilines practicando el deporte. También pasó por mi mente en ese instante: que bueno que estos niños se mantengan alejados de las garras de las drogas, la delincuencia y el alcoholismo. Igualmente pensé: que agradable momento pasaría mi amigo @venezolanos y mi amiga @solperez entre tantos niños disfrutando a plenitud su infancia.

Muchos se acercaron a saludarme, la mayoría son los fanáticos número uno cuando se realizan los encuentros de béisbol los fines de semana y para algunos de ellos nosotros los jugadores somos sus héroes y ejemplo a seguir en la práctica del Béisbol.

La anécdota del día fue que algunos de ellos, los que no me conocen tanto por ser nuevos en las prácticas, se acercaron a mi emocionados porque pensaban que yo era como una especie de scout de alguna organización de Béisbol profesional. Esto debido a que portaba la camiseta y gorra de los Leones del Caracas, equipo del cual soy muy fanático y mi amiga @marcybetancourt también.

Pasé unas horas muy amenas compartiendo con los niños. Luego les dejé para que empezaran sus prácticas rutinarias. Al caminar hacia la salida del estadio me dio mucha tristeza el grado de deterioro del mismo, ojalá que el gobierno de turno se digne en hacerle un cariñito a sus instalaciones para que los niños realicen las prácticas en un lugar con condiciones mínimas y seguras.

Ya le empezaba a ganar la batalla a la nostalgia al conectarle de jonrón en el estadio y decidí emprender la caminata hacía casa de mi madre al este la Churuguara, caminata que sería de aproximadamente 25 minutos hasta llegar. Pasé por la Plaza Bolívar y disfrute de una brisa fresca debajo de los árboles, es de resaltar que esta Plaza es la de mayor dimensión en el Estado Falcón, entidad conformada por 25 Municipios.

Seguí caminando con destino hacia la casa de mi madre, al caminar un rato visualicé un mural alusivo al doctor José Gregorio Hernández y me llamó mucho la atención una frase la cual decía “Todos tenemos una Misión de Dios”. Esto sumó a mi caminata algunas reflexiones hasta llegar a las escaleras que anuncian la entrada de la urbanización donde vive mi mamá y donde pasé una infancia muy feliz. Desde allí pude disfrutar de una hermosa panorámica de mi pueblo Churuguara.

Por fin, después de caminar por 25 minutos llegué a casa de mi mamá, saludé a dos de mis hermanos, pedí la Bendición a mi madre y le di su respectivo beso, abrazo y algunas cositas que le llevaba. Nuevamente mi corazón subió sus revoluciones y ya desde ese instante la nostalgia tenía la derrota asegurada.

Luego de conversar con mis hermanos y mamá, pasé un rato al solar, ya estando allí sentía como la brisa fresca me acariciaba y se presentaba frente a mí como una pantalla de autocine la montaña mágica donde disfrute maravillosos momentos de mi niñez. También pude disfrutar el ver algunas guacharacas que se habían acercado al solar en busca de alimentos.

Ya siendo casi las 6:30 p.m. mi mamá me llamó para comer una rica cena, y como de costumbre me sirvió cena pensando que su hijo era el sargento García (el gordito de la película “El Zorro”). Me quería servir de todo, yo le decía que con eso estaba bien y ella me servía aún más. ¡Que bella Mi Madre! La mas hermosa de este universo.

Se hicieron las 7:00 p.m. y habiéndole ganado la partida a la nostalgia me despedí de mis hermanos y mi mamá, para luego emprender la caminata de regreso a mi casa debido a que en la población no existe el transporte interurbano.

Al llegar a mi casa me di una rica ducha, encendí el computador y seguidamente incursionar en la prestigiosa Steemit para publicar este post en la casa grande de los sueños posibles, nuestra querida comunidad Venezolanos Steem.

Gracias por leer mi post y apoyarme. También por permitirme ser parte de ustedes.