Saludos a todos los amigos y lectores de la Comunidad Venezolanos Steemit, para mí es un gusto estar por aquí y aceptar la invitación de mi amiga @paholags, para participar en el Concurso de Arte y Escritura # 133, propuesto por @solperez.

Para esta participación seleccione la obra de arte del autor Peder Mørk Mønsted, denominada "Los niños alimentan a los patos al amanecer". Espero sea del agrado de muchos.

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Recordando bajo la sombra del acacio.

Todas las tardes, Don Pedro aprovechaba para sentarse junto a la sombra del Acacio, el único árbol que había en el patio de su hija Alejandra, y allí solo se ponía a lo que él llamaba fresquear hasta la hora de la cena, mientras se sentaba en su mecedora preferida. El anciano cada vez que tenía la oportunidad, conversaba amablemente con cualquiera de sus hijos, nietos o demás descendientes que le hubieran ido a visitar, y sino de igual manera, siempre estaba en ese lugar durante esas horas del día.

Una tarde de esas, llegaron de visita su nieta Ana, junto a sus bisnietos Juan y Victoria, quienes aprovechaban para correr y jugar con tierra en el patio de su abuela Alejandra. Cada vez que esos pequeños correteaban de un lado para otro, los ojos del anciano se iluminaban de alegría.

—¡Juan deja de correr con Victoria! ¡Cuidado tropiezan al abuelo! —gritó Ana, llamándole la atención a sus hijos, por el bochinche que tenían cerca de su abuelo.

Pero esto lejos de molestar al anciano, solo lo llenaba de alegría y felicidad.

—¡Ana, dejalos correr y jugar! !Están felices! —exclamó Don Pedro, haciéndole saber a su nieta Ana, que eso no le molestaba.

Ese día, aquellos pequeños se sentaron a los pies de Don Pedro, y comenzaron a jugar con tierra y algunos trozos de madera seca proveniente del Acacio, mientras el solo los observaba con tal agrado y emoción, que eran muy evidentes en sus expresiones faciales.

—¡Vengan niños! Acerquense un poco más… les voy a contar una historia. —dijo aquel anciano, invitando amablemente a Juan y a Victoria, a escuchar aquello que él quería contarles.

Los niños se acercaron un poco más, y se sentaron con los ojos llenos de curiosidad, junto a los pies de Don Pedro, esperando escuchar la historia que Bisabuelo quería compartirles.

—¡Cuéntanos abuelito! —dijo Victoria, la más pequeña de los dos.

—¡Están bien mis niños! Presten mucha atención, esto que voy a contarles, es un recuerdo de cuando yo era así de pequeño, como están ustedes ahora. —dijo Don Pedro, mientras los niños le prestaban atención.

—Cuando yo tenía su edad, vivía en una casa pequeña en el campo, junto a mis hermanos y a mis padres. —comenzó diciendo el anciano, con una sonrisa que reflejaba un poco de nostalgia—. Había muchos árboles a los alrededores, que nos daban mucha sombra y frutas. No había muchas cosas con que jugar, pero eramos felices al aire libre, y siempre usábamos nuestra imaginación, así como ustedes ahora, mis pequeños —continuó narrando el anciano—. Los árboles vivían llenos de aves de muchos colores, que siempre llegaban a comerse las frutas maduras, y también teníamos gallinas, patos, perros y cochinos, los cuales teníamos que ayudar a cuidar. —estaba contando Don Pedro, cuando fue interrumpido por el pequeño Victor.

—¿Y como los cuidabas abuelito? ¿Si eras pequeño como nosotros? —preguntó Victor, con mucha curiosidad.

—¡Todos ayudábamos en la casa! Yo como era muy pequeño todavía, me tocaba darle de comer a las gallinas y a los patos con mi hermana María, pero siempre aprovechamos para jugar y divertirnos, con cualquier cosa que podíamos imaginar, y todos los días también jugábamos con tierra, no como ustedes que a veces tienen que jugar con esos aparatos eléctricos que salen hoy en día. —dijo Don Pedro.

—¿Abuelito, y las gallinas y los patos, no te daban miedo? —preguntó la pequeña Victoria.

—¡No querida! Para nada. Si más bien, se ponían muy felices y se amontonaban a nuestro alrededor mientras les dábamos maíz y otros granos. —respondió Don Pedro.

Ana se acercó silenciosamente y muy llena de curiosidad para escuchar lo que sus hijos conversaban con su bisabuelo, pero se sorprendió muchísimo cuando les escuchó decir.

—¡Mamá, quiero tener muchas gallinas y patos! —exclamó el pequeño Victor.

—¡Y yo también mamá! —dijo Victoria, para luego levantarse y seguir correteando junto a su hermano.

—¿Abuelo qué es eso que acabas de contarle a los niños? —le preguntó Ana a Don Pedro, con una mayor curiosidad a esa que inicialmente tenía.

—¡Nada hija! Solo les conté un recuerdo de cuando yo era niño. —contestó el anciano, mientras su cara llena de arrugas expresaba la felicidad que él sentía al observar a los niños jugar.

Ana solio sonrió, imaginando aquello que su abuelo le había contado a sus hijos.

—¡Está bien abuelo! ¿Necesitas que te traiga algo? —preguntó Ana.

—¡No! Asi estoy bien, aprovecha un rato para hablar con tu mamá. —respondió Don Pedro.

Después de eso, Ana se retiró hasta el interior de la casa para conversar con Alejandra, mientras él solo siguió sentado allí bajo el acacio, fresqueando como solía decir.

Ese día Don Pedro tuvo un mejor semblante, y se le miraba una felicidad que denotaba orgullo, al pensar en lo lejos que había llegado la familia que había formado sus padres, y se quedó dormido en su mecedora, bajo la sombra de aquel árbol, mientras imaginaba cuántas generaciones de descendientes más vendrían en el futuro, aquel que sabía bien que no llegaría a ver.

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Invitó a participar a @thaizmaita, @ternuritajessi y @aplausos. Por acá les dejo el link de la publicación al Concurso. Espero se animen.

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