Un perro viejo

Chucho, es un perro, un perro viejo, lleva ya años viviendo con su familia y ha envejecido casi a la vez que el menor de los hijos de la pareja, el cual dentro de poco cumplirá los veinte años, y aunque la llegada a los veinte del joven crea una gran felicidad para sus padres, así como para su hermana, el joven no puede evitar sentirse melancólico, pues, para cualquiera su edad indica el inicio de una nueva vida, una vida adulta con ciertas nuevas responsabilidades y libertades, poco le importaba, pues solo podía pensar en como envejecía su perro, y como no se había dado cuenta antes, se preocupa, pues, su perro siempre fu alegre, y lo sigue siendo, es un perro pequeño, hay quien dice que nunca maduran, y aunque es verdad que el animal sigue siendo alegre, algo energético, el joven no puede evitar notar que algo está cambiando, debido a, que según lo que ve, el que antaño fue un perro rebosante de energía se ha estado apagando, cada día es más tranquilo, se emociona con las visitas, pero no es lo mismo, ya no corretea tanto como alguna vez lo hizo, y se acostumbra rápido a las caras nuevas, como si ya no le importara, no juega tanto como antes, y aunque sigue siendo cariñoso, ahora lo es de una manera menos pro-activa, no corretea a tu alrededor ni trata de que juegues con, puesto que el ya no tiene demasiadas ganas de jugar, solo se sienta cerca, o se acurruca a tu lado, para sentirse en compañía, y que al mismo tiempo, tu sientas la suya.

Esto, se refleja en gran medida con su juguete favorito, una pelota para perros, la cual chilla cuando la aprietan, la pelota, se rompió, actualmente tiene una ruptura que se ha hecho más grande con los días, no está acabada, aun funciona, aun chilla y rueda, pero es un hecho que los años le han afectado, pues no solo está rota, si no también, desteñida, podría decirse que la pelota refleja los años que ya tiene el perro.

Sin embargo, esto no fue lo que alertó al joven, lo que verdaderamente se le hizo desalentador, fue darse cuenta que su perro, ya no comia lo mismo, ese perrito, pequeño, que por alguna razón comía, comía y comía, ya no se terminaba lo que tenia en su plato, ni siquiera la fruta que le daban, y, aunque sí comía carne, ya no se la terminaba, ya no se emociona cuando ve al joven hacerle su comida, "Chucho, está envejeciendo".