Escapando del quirófano, comienzo a caminar pos los pasillos del hospital, intentado huir de los doctores que me rodean, estos mismos me intentan recetar la mejor medicina que me hará un bien, quisiera salir de una vez de cierta enfermedad, pero la terqueda me impide hacerlo.
Cayendo en coma cuando a penas y podía estar de pie, en el medio de todo el pánico mis ojos se entre cerraban mientras que me llevaban en camilla, las luces se apagaban y encendían al ir avanzando a la habitación, hasta llegar al punto donde las luces se apagaron por completo.
Por unos minutos estuve muerto, tan solo escuchaba del otro lado el sonido de mi corazón en la pantalla de una computadora, a su vez los enfermeros gritando con voz eufórica, y el sudor de mi frente pasando por mi piel.
En eso siento un pequeño cosquilleo en el pecho, seguido de una crema muy pero muy fría, y justo cuando creí que ya era todo, sentí cómo electrocutaban mi corazón sintiendo el más feo dolor en todo el cuerpo. Aún con los ojos cerrados, de mi rostro salían las lágrimas con tan perversa sensación, y desde lo más profundo de la muerte desee no volver a hacer lo cometido.
A veces todo en esta vida se paga, el karma nos llega a todos en la vida, justo cuando quieres las mejores cosas para los demás, es ahí que una montaña se atraviesa en tu camino para impedirlo. Debes aprender a lidiar con eso. Tarde o temprano, esa montaña se va atravesar.
Al despertar que pude abrir los ojos miré cientos de cosas que me parecía imposible de creer, estaba solo en una habitación, y los único que me acompañaban era una cama, un buen desayuno, y la computadora con medicamentos que me mantuvo con vida. Justo es ahí cuando te da cuenta de lo que te rodea, y le das un completo olvido a lo que te pasó ayer.