Recuerdo aquella noche, donde la brisa rozaba mi piel, las hojas de los árboles tocándose una con otra, caminando sola en medio de una gran ciudad, se sentía tan bien, en mi mente ninguna de mis preocupaciones era importante, luego de una semana estresante creo que aquel sentimiento era perfecto.
De repente una mujer se acercó, recuerdo que me golpeó la cabeza y caí al suelo, se sentía tan frío, mirando hacia el cielo era hermoso, pero no podía parar de pensar que tal vez esté era mi último día, pero no sentía tristeza, nunca fui feliz, me sentía como basura entre la sociedad, como un estorbo en al vida de mis amigos si así se les puede decir, no recuerdo la razón por la cual hasta este punto sigo con vida, comencé a cerrar mis ojos y aparecí en un cuarto oscuro, con olor a margaritas, la mujer se acercó a mi -susurrando a mi oído- dijo "esta noche será muy divertida para mi, eres como un trofeo para mi" y se fue de la habitación con una sonrisa en los labios.
No entendí lo que me dijo en ese momento, me encontraba en paranoia, no sabia que hacer, tenía miles de pensamientos, escalofríos en cada parte de mi cuerpo, ese olor me parecía familiar.
Entre una ventana pequeña traspasaba una pequeña brisa de la ciudad, cuando la mujer volvió a entrar, me miró fijamente a los ojos, sus ojos eran oscuros, sus cabellos castaños, sus manos se veían ensangretadas llevando un vidrio roto y presionando con fuerza entre sus dedos, llevaba el vestido roto y empapado de una sustancia aceitosa, mientras se acercaba hacía mi se escuchaban sus pasos en el piso rechinante, llego hasta mis piernas y clavando bruscamente en una de ellas mientras miraba mi cabello y jugaba con el...
