Hellworld - Capitulo 1 - Un Mundo Muerto: Alex Parte 2

La puerta continuó moviéndose violentamente mientras me arrepentía profundamente por el tubo que ahora se encontraba en el suelo del pasillo, mi única opción ahora era huir lo más rápido posible. Abrí la ventana del cuarto y rasgué un hoyo en el mosquitero suficientemente grande para pasar. Atravesé rápidamente la apertura, mi pie derecho pronto encontró el cuadro de la ventana, mientras mi mano izquierda sostenía la pared para evitar mi caída. En cuanto mis dos pies estuvieron afuera de la casa me estiré para alcanzar la escalera que llevaba a la azotea, originalmente diseñada para recargar el gas, pero ahora mi única ruta de escape. Mi mano izquierda tomó fuertemente uno de los barrotes cálidos que conformaban la escalera y columpié el resto de mi cuerpo. Mis pies se resbalaron ligeramente al no atinar su respectivo barrote, pero mi maño derecha que ahora ayudaba a la izquierda a sostener el peso evitó que resbalara completamente. En cuanto mis pies finalmente se colocaron sobre aquel barrote de metal, escuché que la puerta del cuarto finalmente había cedido.

Desde mi lugar en la escalera podía escuchar como quien…lo que sea que había estado del otro lado de la puerta entró desesperadamente al cuarto. Di un paso hacia arriba de la escalera y decidí echar un vistazo al cuarto en un intento desesperado de explicarme aquel momento surreal. Era un hombre, su ropa completamente desgarrada y manchada con sangre que corría por su cara proveniente de un masivo hoyo en la parte izquierda de su cabeza. Un hueso amarillento se asomaba de su brazo derecho, en un ángulo completamente anormal, era imposible que con aquellas heridas tan grotescas siguiese vivo, menos que pudiera correr y destrozar puertas. Por un breve momento, mis ojos se emparejaron con los suyos, en ese instante, aquella criatura liberó un gruñido demoniaco mientras embestía la ventana, ahora intentando capturarme desesperadamente. Su mano derecha capturó un pedazo de mi playera, sin embargo, al ser la que enseñaba aquel hueso, no tuvo la fuerza necesaria para jalarme hacia abajo. El sentir su mano tan cerca fue la señal que mi paralizado cerebro necesitaba para escalar tan rápido como pudiera hacia la azotea.

Una vez en la azotea, me senté, casi cayendo por el shock, abracé mis rodillas y casi exploto en un mar de lágrimas. La adrenalina y el miedo pronto me levantaron, las lágrimas tendrían que esperar. Mierda…¿podrá escalar?, si puede escalar estoy prácticamente muerta, piensa Alex, piensa, ¿cuál es tu mejor opción? Ir al pequeño balcón, entrar a la casa y correr al piso de abajo, mala idea, tengo que pasar por el pasillo que también da a mi cuarto, si me alcanza a ver de reojo me va a chingar. Bajar la escalera de nuevo hasta el patio de servicio, ya tuve mucha suerte una vez, sería estúpido pasar de nuevo por ahí. ¡Mierda! ¡¿Qué hago?! Brincar al techo encima del porche, brincar al pasto y acelerar a fondo a Bob hasta largarme de aquí.

Me acerqué a la orilla de la azotea cuando mi mente fue capturada completamente por el caos que se observaba a todo mi alrededor. Se podían observar múltiples incendios en diferentes puntos de la carretera. Un par de camionetas y algunos coches conformaban la escena de un horripilante accidente sobre la calle, se escuchaban gritos despavoridos y profundos gruñidos de todas direcciones. Un chillido profundo detrás de mi me recordó que tenía que largarme a la mierda de ahí tan rápido como pudiese. Me senté por un instante en la orilla de aquel techo y sin pensarlo brinqué a las tejas del pequeño que se encontraban quizá unos 2 metros más abajo; me recibió un golpe fuerte que logró que con la inercia, mi my ceja izquierda se estampara contra mi rodilla. No hay tiempo para el dolor, tengo que seguirme moviendo. Me levanté en un instante y caminé hacia la orilla de aquel pequeño techo, la caída sería probablemente de otros dos metros o algo así calculé en mi mente en aquel momento, la diferencia sería que de aquí podría caer en pasto, lo que al menos acolchonaría un poco la caída.

Estaba casi en la orilla del techo y casi lista para brincar…¡mierda! La llave de Bob, ¡¿dónde chingados la dejé?! El pánico comenzó a apoderarse de mi, empezando por la columna, por un instante, la ansiedad tomó casi completamente el control y sentí que estaba a punto de morir. En ese instante, que se sintió como si fuesen horas, lágrimas involuntarias que ahora se mezclaban con la sangre que chorreaba de mi ceja recorrían mis mejillas. Mi respiración era tan rápida que apenas podía sentir la alimentación de oxígeno hacia los músculos; una sensación del más completo y puro miedo se apoderó rápidamente de cualquier otra de mis emociones y me comenzó a paralizar lentamente. No, piensa Alex, donde chingados las dejaste, ¡la mesa! ¡La mesa al lado de la puerta principal en el piso de abajo! Limpié las lágrimas y sangre de mis ojos y una explosión de algo entre ira y adrenalina logró concentrarme de nuevo. A la mierda, no me voy aquedar aquí sin hacer nada; si voy a morir aquí hoy, al menos me voy a ir peleando.

Me apresuré nuevamente a la orilla del pequeño techo y me recosté sobre mi estómago con la cabeza extendida al frente tan lejos como pude para intentar localizar la llave. La entrada a la casa, en dónde escasos minutos antes se encontraba una puerta de cristal, ahora se veía como una escena de un grotesco crimen. Había sangre regada por todo el piso, muchísima sangre, pintaba las paredes, el sillón e inclusive pude ver algunas gotas que buscaban el piso desde el televisor colgado en la pared. Era como la escena de una película de Quentin Tarantino, completamente surreal. Mi única conjetura era que la cosa que ahora estaba causando caos y gruñendo, espero que todavía en mi cuarto y no en el techo, se había cortado al atravesar el cristal. Quizá el enorme hoyo en su cabeza había sido producido por un pedazo de cristal.

Llaves, las llaves, dónde están las putas llaves, escaneé la mesa detenidamente, pero las llaves no se veían por ningún lado. Seguí recorriendo la grotesca escena hasta que en la orilla de mis ojos resaltó el llavero anaranjado que mi papá me había traído de alguna de sus vacaciones. Podía escuchar el latido de mí corazón mientras generaba el valor para brincar al suelo y correr hacia Bob. Un par de minutos después y sin pensarlo, brinqué del techo al suave césped que se encontraba debajo, milagrosamente caí de pie y sin ninguna otra lesión. Corrí lo más rápido que pude a la casa y mientras intentaba tomar las llaves y empujarme en la dirección opuesta, los fragmentos de vidrio y sangre en el piso hicieron que mis tenis perdieran todo el agarre contra el suelo y me enviaron de golpe al suelo.

Al chocar contra el piso y una parte del cuadro de metal que antes sostenía el cristal pude escuchar movimiento en el piso de arriba, instantáneamente supe que había llamado la atención de mi agresor y que era cuestión de segundos para que bajara de manera violenta a cazarme. Me levanté en un solo movimiento y corrí lo más rápido que jamás hubiese corrido hacia Bob. Podía escuchar como aquella cosa que estaba en mi casa, ahora ganaba terreno hacia mi espalda; fácilmente podría haber tenido dos sets de pulmones y la velocidad de un atleta olímpico. Subí a Bob, le di vuelta a la llave y tan pronto como encendió el motor jalé el acelerador a fondo, en el instante en el que la motocicleta comenzó a avanzar violentamente hacia adelante, sentí como algo jalaba mi cabello. Mierda.