Un tinto es un café y Aracataca es Macondo.

Colombia una hermana gemela de mi país Venezuela, debo confesar que es el sitio después de mi tierra por donde más he paseado, además estuve viviendo unos meses en su hermosa capital Bogotá, realizando unos estudios de Odontología donde son unos verdaderos Cracs los hermanos colombianos. Menciono lo de gemela porque comparte ADN no solo histórico sino también geográfico, el mar Caribe, La selva del Amazonas, Los Andes. Como vivo en una ciudad limítrofe, en dos horas estoy en Maicao y poco después en Rio hacha o Valledupar, me llego hasta Cartagena o hasta donde el Caribe se encuentre con el Océano, ya que eso solo puedo vivirlo en este fabuloso país.

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Recuerdo la primera vez que fui de niña, llegamos a Bogotá por carretera desde Cúcuta, hermoso viaje con especial agrado evoco la ciudad de Bucaramanga y su paisaje de ensueño. Al llegar a la plaza Bolívar, se escuchaba a un señor vocear en un parque cercano Tinto, Tinto, e inocentemente le pregunto a mi mamá ¿Cómo vende tinto? ¿Dónde lleva las copas?, mi madre me explicó que así llaman al fabuloso café en Colombia, que no era vino, el cual es uno de los mejores del mundo y un factor que ha sabido explotar el país como interacción turística, el famoso café colombiano. También traigo a mi memoria que un amigo de mi familia residente allí nos mostró en esa oportunidad una Esmeralda, las mejores del planeta, tiene un color característico sin igual, los ancestros decían que era por el verde de la selva y sus praderas, tengo fotografiada en mi remembranza esa piedra preciosa y su color verde profundo extraída de las entrañas de su suelo maravilloso.

De tanto pasar para Colombia como decimos los zulianos, aprendí a quererla, fines de semana en El Rodadero, muchísimos colombianos viviendo con nosotros, hasta compartimos la Patrona la Virgen de Chiquinquirá llegó de allá, fue su origen en el país hermano del cual ella es la advocación nacional y también es nuestra del Zulia en Venezuela. Aquella ciudad amurallada me dejó fascinada, Cartagena de Indias, además del contraste de la modernidad y la historia conjugadas en esa chispa de mar divino.

Años más tarde y acompañada en mi mente por Mauricio Babilonia y sus mariposas amarillas fui a Aracataca, invitada por una amiga que conocí en ese curso en Bogotá, me hacía ilusión conocer la tierra del premio Nobel, del Gabo, me sorprendí de nuevo como aquella mañana en la plaza bogotana, Aracataca había sido renombrada Macondo, a mi sentimiento vino algo que una vez leí: “Macondo son muchas cosas a la vez y a la vez no existe”, esa es otra de las maravillas colombianas, como aquella guaracha que tocaba Billo Frometa y que acompañó mi entrada a Aracataca-Macondo.

Los cien años de Macondo sueñan,
Sueñan en el aire,
Y los años de Gabriel Trompetas,
Trompetas lo anuncian,
Encadenado a macondo sueña,
Don José Arcadio,
Y aunque él la vida pasa haciendo,
Remolino de recuerdos.
Eres, epopeya de un pueblo olvidado,
Forjado en cien años de amores a historia,
Eres epopeya de un pueblo olvidado,
Forjado en cien años de amores a historia,
Y me imagino y vuelvo a vivir,
En mi memoria quemada al sol,

La cita textual es de Billo Frometa