Llegaron los primeros días de diciembre
y con ellos el frío de la temporada.
La esperanza de amor y unidad es refrescante.
Se acerca el último mes del año
y avanza por las calles y ciudades de mi país.
Hay viento fresco en la noche
y está la familia frente a cada casa.
Los niños corren y preparan sus cartas para Papá Noel
y todos piden felices lo que anhelan.
La casa comienza a dar vueltas.
La esposa quiere pintar las habitaciones
y la abuela comienza a llamar a sus hijos lejanos.
Esos niños que emigraron no dejan de llamar a su madre.
El padre trabaja duro para la cena de Navidad.
El arbolito se saca de las cajas
y se comienzan a probar las luces.
Todo luce alegre.
Las calles comienzan a abarrotarse de gente.
Las tiendas exhiben ropa y adornos navideños.
La entrada a la ciudad se adorna para los visitantes.
La gente disfruta de la misa de medianoche
y los ancianos se sientan en las plazas para recordar.
Los niños preparan sus patinetas
y los jóvenes románticos sonríen en Navidad.
Las calles están pintadas y adornadas.
Hay muchos rostros felices en la ciudad.
El panorama de diciembre brilla con luces.

De pronto llega un silencio
y la nostalgia sacude la alegría.
Llora el hijo que perdió a su madre
y la madre que no tiene a sus hijos con ella está triste.
La familia incompleta luce nostálgica.
Alguien va al cementerio y llora por la madre muerta.
Se acerca la Navidad y es una mezcla de sentimientos.
Nostalgia para unos
y alegría para otros.
Sopla la brisa navideña
y esa es la realidad para muchas familias.
La Navidad es reconciliación
La Navidad es el nacimiento del Salvador
La Navidad es vida y amor.
La Navidad la hacemos nosotros mismos
Hacemos la Navidad como el corazón la dibuja.
Pronto oirás: ¡Feliz Navidad!

Las imágenes de este post son de mi propiedad e incluyen algunas de mis nietos que están en Colombia.