¿A quién no se le ha quemado la comida o se le ha pasado de cocción debido a una distracción? A muchos. Y no necesariamente por estar usando el teléfono, sumergido en las redes sociales. A mí me ha pasado una vez mientras freía unas tajadas de plátano maduro. Sucede que las pongo a freír y decido ir un momento a mi habitación a buscar algo para usar luego en otros quehaceres. Debido a que me tomó más del tiempo necesario, olvidé por un instante que dejé las tajadas friendo, hasta que se acerca un familiar a recordarlo. Por suerte fue a tiempo, no se quemaron, les faltó poco.

Sucedió algo parecido con el arroz. Lo preparo como de costumbre y, a medida que espero que se seque un poco para taparlo y bajarle la llama, aprovecho para barrer o limpiar. Y cuando voy a revisar el arroz, ya se está pegando. Gracias a eso debo echarle un poco más de agua, porque como se secó con la llama alta, me queda muchas veces crudo y duro. El agua es para que se cocine bien. Bueno, le echo su poquito de agua, le bajo la llama y lo tapo. Hasta que esté listo para servir y comer.

¿Les pasa que mientras más pendientes están de que la comida no se queme, más tarda en estar lista? Parece brujería, pero es verdad. A mí me pasa con la preparación de la avena; se me hace una eternidad mientras espero que hierva para apagar la hornilla. Pero basta con que mire a otro lado para que hierva y se desborde por toda la cocina, ocasionando un desastre que debo limpiar luego.

Lo que yo hago ahora para evitar que se me queme la comida mientras estoy haciendo otra cosa es colocar un temporizador en mi teléfono. Así le calculo el tiempo a la preparación y evito accidentes.