Hola amigos de Colombia Original, feliz tarde hoy quiero hacer algo diferente, les traje una pequeña narración que desde hace tiempo he querido compartir y se trata de una persona muy especial, la cual ya no se encuentra en este plano, sin embargo, dejó un legado muy importante en la cultura Trujillana y Nacional. Fue alguien a quien tuve la fortuna de conocer cuando era un niño. Se trata de Josefa Sulbaran la Pintora de Arte Popular.

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Todo ocurrió, en un pequeño y hermoso pueblo llamado Los Cerrillos, y al cual se le conoce hoy en día como “Los Cerrillos de Mendoza Fría”, en esa época era tan solo un caserío, rodeado de montañas y árboles, un lugar de clima frío y de gran variedad en cuanto a vegetación y fauna, desde árboles frutales y distintos tipos de plantas y flores. Era un lugar apacible, rodeado de retacitos de sembradíos de cebolla, tomates, lechugas y otras pequeñas siembras. Un verdadero paraíso entre las montañas andinas del estado Trujillo.
Este humilde pueblito campesino, por donde muchos años atrás había pasado el Libertador, cuando cruzo las regiones andinas…ese fue el lugar donde nació en una fría madrugada de un sábado 15 de diciembre de 1923, Josefa Sulbaran. Sería la tercera de sus cuatro hermanos.

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Ella siempre fue una niña muy soñadora, capaz de imaginar una muñeca a partir de una tuza de mazorca, o juntar algunas piedritas para jugar al fogón, quizás también como muchas niñas del caserío, le gustaba caminar por el riachuelo recogiendo flores de la orilla del camino. Mientras sus amigas jugaban con muñecas o entre ellas, Josefita dibujaba sobre la hoja de un árbol que se llama Cariaco, que al finalizar destruía para que nadie viera su trabajo, a ella le daba mucha vergüenza.
Así fue creciendo entre los verdes y pintorescos cerros, entre el canto de los pájaros, Josefita era una niña muy “Fundamentosa” y trabajadora, por aquellos días todos los niños ayudaban a las tareas del hogar, en la casa con los oficios o en el sembradío, así que Josefita, al igual que otros niños trabajaba mucho.
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Juan Gato, Chico Torres, Pedrito, Vicenta, Vitalocia, Teo y Josefita solían jugar, siempre y cuando hubiesen cumplido sus deberes, en cuanto a pelar el maíz, moler en la piedra, darle de comer a los animales, cargar el agua y en todo lo que hubiese que ayudar. Pero según decía su mamá, Virginia, Josefita era una niña muy especial.
Josefa, tenía en su corazón un gran secreto amaba la pintura y desde pequeña, pero la timidez y el temor a la burla le hacía esconder su amor por el arte, así que ella dibujaba con un palito sobre la arena,
en la penumbra de su habitación pinta como lo hacía cuando niña, hasta el día en que usando los creyones de a medio pertenecientes a Auxiliadora, su única hija, dibujó su primer “Los Cerrillos” sobre la tapa de una caja de zapatos, obra que, sin quererlo ella, fue descubierta por el párroco de Mendoza Fría.

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sabía leer y escribir gracias a las enseñanzas de un señor llamado Raimundo Montilla. A los 14 años cuando la niña comenzó a asistir a la escuelita rural del pueblo, ya sabía leer muy bien, su maestra, la señora María Mambelina Castellanos, se dio cuenta de que Josefita tenía un gran talento para el arte.
Así pasaba hermosos momentos aprendiendo y soñando en la escuela, pero no duro mucho tiempo estudiando, por aquellos días, los niños no asistían a la escuela con regularidad, y Josefita no fue la escisión, siendo aún una adolescente le toco trabajar y ayudar a su mamá en las tareas del hogar.
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Años después, Josefa se casó y tuvo una hija llamada Auxiliadora. Era ama de casa y se dedicaba a cuidar a su hija, pero siempre encontraba tiempo para pintar. Una vez, mientras su hija jugaba afuera en el patio, Josefa encontró los colores de su hija, y no se si la curiosidad, sus ganas se pintar o una magia extra rodeaba sus manos.
Josefa acomodó los colores, los sostenía entre sus manos como quien guarda un hermoso tesoro, por momentos recordó sus años en la escuela, cerro los ojos y su mente se llenó de hermosas imágenes, y en ella nació el deseo de plasmar lo que en su mente ella podía ver con tanta claridad, así que fue a su cuarto y buscó una cajita de zapaos donde ella solía guardar algunos medicamente y otras cositas.
Esa mañana Josefa tomó la tapa de cartón, los colores y a escondidas comenzó a pintar y sin saberlo ese día comenzó a escribir su historia, Josefa dejo que su mente volara, e imagino árboles, casitas, personas llegando de su trabajo, el cielo hermoso sus manos no paraban de trabajar y así fue como pintó un cuadro sobre cartón de zapatos al cual llamó "Los Cerrillos". Fue su primer cuadro.
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Cuando tenía 44 años, Josefa y Auxiliadora se mudan a una nueva casa en el mismo pueblo Los Cerrillos, auxiliadora quien era maestra compró pinturas, brochas y pinceles para pintar la casa. Para Josefa fue el primer encuentro con los pinceles, en toda su vida nunca había sentido la sensación de trabajar con pinceles.
Así que, de nuevo a escondidas, volvió a pintar Los Cerrillos, sobre “cartón de piedra”. Días después, su hija Auxiliadora quien era maestra de escuela, encontró el cuadro y lo mostró a un amigo. Ambos la convencieron de exhibirlo. En los días de diciembre vino a visitarla el ingeniero José Domingo González y se admiró con el paisaje pintado por Josefa. En los primeros días de enero recibió la visita de Carlos Contramaestre, quien le pidió le vendiera el cuadro, cosa a la que Josefa se negó. El pintor le encargó un cuadro similar y le hizo llevar lienzos, pinceles y óleos.
Así nació la pasión de Josefa por la pintura. A ella le gustaba pintar a su pueblo, pintaba los encuentros de las comunidades, así pintaba, procesiones, búsquedas de niño, bautizos, fiestas campesinas.
Con el transcurrir del tiempo, Josefa se convirtió en una artista famosa en Venezuela. Participó en exposiciones en Roma, Italia, y en Maracaibo, Zulia. Logró ganar premios importantes y recibir elogios de críticos y coleccionistas.

Pero siempre recordaba sus humildes comienzos en la escuela primaria y la influencia de su maestra, la señora María Mambelina Castellanos, quien le mostró que sus trabajos podían llegar a ser maravillosos. A medida que superaba la vergüenza y lograba mostrar su arte, Josefa se convirtió en un ejemplo de que, con perseverancia y dedicación, cualquier sueño puede hacerse realidad.

Josefa siempre decía que su arte era un regalo que le dieron sus padres y maestros. A pesar de no saber leer ni escribir cuando era pequeña, logró convertirse en una artista reconocida en todo el país. Su historia es una inspiración para todos los niños que sueñan con hacer algo grande y demostrar que, con pasión y dedicación, cualquier objetivo puede alcanzarse.

Finalmente, Josefa Sulbarán demostró que la perseverancia y la dedicación pueden llevar a la realización de los sueños más grandes.

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Josefa Sulbaran pintora de sueños

Homenaje a Josefa Sulbaran...

_{Autor @gust.art, dibujo a mano alzada, fotografía tomada con teléfono celular marca Huawei Dub-Al00}

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Josefa Sulbaran, fue una de las más importantes artistas y pintora de arte popular del estado Trujillo, recuerdo que cuando yo era un niño de tres 5 años, solía acompañar a mi abuela a visitarla, me gustaba quedarme solo en la sala para poder ver los cuadros y como sus colores eran tan vivos en mi mente inocente yo quería sacar un caballo del cuadro, je je je por que se veía muy real, posteriormente cuando ya me estaba graduando del quinto año, en 1998, realicé mi proyecto científico trabajo sobre el arte, así que volví al pueblo a visitarla, en esa oportunidad le hice una entrevista escolar, conversamos sobre arte, sobre lo que le gustaba pintar, y me dijo algunas cosas, ella decía que pintara lo nuestro, que pintara búsquedas de niños, Vía crucis, procesiones, y temas así, también me aconsejó sobre mostrar mi trabajo. Puedo decir que me siento muy orgulloso de su obra y fue un honor haberle conocido. Salvando la distancia por la edad, coincidíamos en el amor por el arte.