Saludos a todos los steemitas del mundo. Hoy me uno al reto de contarles mi pintoresca historia de Carnaval, siguiendo las coordenadas de mi pana @alanasteemit. En mi relato incluiré las palabras mágicas: luciérnaga (disfraz), en el pueblo (lugar), cuchillo (accesorio) y mi novio (personaje extra).

En el pueblo de Salsipuedes, en el año 2020, nació una catajarra de muchachitos, a raíz de la pandemia. Entre esos tantos nació Gustavito, un muchachito que desde chiquito mostró delicadeza para todo. Comía poniéndose una servilleta de babero, caminaba como por una pasarela, hablaba con tono afeminado y tenía las nalgas más torneadas del pueblo, motivo de envidia de todas las mujeres de Salsipuedes.

Cuando llegaron los Carnavales del año 2038, la Alcaldía estaba en manos de Karlas Vera, quien en realidad, se llamaba Carlos Vera, el máximo representante de la comunidad Lgbt y más. Esa fiesta prometía ser lo máximo en el oriente del país y zonas circunvecinas. Karlas invitó a todo el mundo a salirse del clóset, sin importarle que fueran casados ni nada por el estilo. Su grito de guerra era: "En Carnaval somos maricos todos". Y el pueblo de Salsipuedes se llenó de gente. Los primeros turistas en llegar fueron los de Río Caribe, luego los de Cumaná, de Caracas; incluso de Colombia, de España y de Italia. Se llenó tanto el pueblo que la Alcaldesa Karlas le ofreció unos cuantos dólares a su colega del pueblo "Hueco Hondo" para que la gente tuviera espacio para acampar y hospedarse. Entonces todos los periódicos decían: "Se prendió la fiesta de Carnaval en Salsipuedes y en Hueco Hondo".

La fiesta era una verdadera ofrenda a Baco, ron pa' todo el mundo y casi todos los asistentes tenían las carnes afuera sin refrigeración. Eso era un espectáculo. Yo era la periodista que cubría las noticias y, en medio de una comparsa, llegó mi novio a darme una sorpresa. Y el sorprendido fue él, porque yo andaba del gancho con un muchachito que estaba más bueno que "comer con las manos". Mi novio era muy celoso, y me zarandeó fuerte por el brazo. Disimulé lo más que pude y salí del alboroto. La verdad es que mi novio no le llegaba ni por las patas a mi "levante", así que aproveché de mandarlo a "freír mono".

Esa noche se realizaría la fiesta de "Las Luciérnagas", una elección que hace la comunidad Lgbt, para escoger a la más bella entre las bellas.

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