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El tiempo vuela bajo la niebla
El ruido del motor apenas nos permitían conversar durante el vuelo en el pequeño Cesna 207. Era la primera vez que sobrevolaba las selvas tropicales del sur del país, la tripulación era tan jóvenes como mi hijo mayor quien me acompañaba. Una experiencia inolvidable que muy pocos experimentan en la vida, nos daba una perspectiva muy diferente en contraste con la visión simétrica de los sembradíos que hacía horas dejamos atrás.
Una densa niebla nos rodeó repentinamente a pesar de volar a baja altura, interrumpiéndose las comunicaciones, el piloto susurraba unas instrucciones al copiloto para subsanar las fallas en los indicadores de los instrumentos de vuelo. Realmente algo extraño sucedía.
—¿Papá qué está pasando?— Exclamó mi hijo sobresaltado.
—¡Cálmate, los pilotos tienen todo controlado! Repliqué para tranquilizarle, al menos era sincero engañándome a mí mismo.
Una fuerte sacudida zarandeó a la frágil nave llevándola de un lado al otro, el escalofrío recorrió mi espalda haciéndome aferrarme al asiento lo más fuerte que podía, el sonido del motor había cesado, en mi mente vino la imagen de las aspas detenidas y el derrumbe a tierra, era inevitable.
Mi sorpresa era mayúscula, aún estábamos volando e inexplicablemente ascendíamos, miré sobre los hombros de la tripulación, las hélices rotaban a toda marcha solamente no emitían ningún ruido. Pensé esta es una treta de mi mente para aislarme del terror.
Cuánto duraría el tormento mirando mi reloj, lo sacudí bruscamente dándole leves golpes, estaba detenido. Ya no hacen las cosas como antes, me quejé en mi perturbada mente, por ahorrarme un dinero terminé adquiriendo unas baterías defectuosas.
—Hijo, ¿qué hora es?
—Papá, no sé. Mi reloj cinético se ha detenido por primera vez desde que lo compré.
El ruido del motor irrumpió bruscamente en la cabina y el radiante sol nos iluminaba de nuevo dejando abajo la oscuridad repentina. Una voz se dejó escuchar en la radio:
—¿Dónde estaban? Tenemos tres días buscándoles.
Evidentemente, llegamos tarde a nuestro destino con un misterio que nos intrigaría de por vida.
Fin
Una micro ficción original de @janaveda
English version
Imagen by 024-657-834 on Pixabay
Time flies in the mist
The noise of the engine barely allowed us to talk during the flight in the small Cesna 207. It was the first time that I had flown over the rainforests in the south of the country, the crew was as young as my oldest son who accompanied me. An unforgettable experience that very few have in life, gave us a very different perspective in contrast to the symmetrical vision of the crops that we left hours ago.
A dense fog suddenly surrounded us despite flying at low altitude, interrupting communications, the pilot whispered instructions to the co-pilot to correct the flaws in the indicators of the flight instruments. Really something strange was happening.
"Dad, what's going on?" My son exclaimed, exalted.
"Calm down, the pilots have everything under control!" I retorted to reassure him, at least I was sincere deceiving myself.
A strong shake shook the fragile aircraft carrying it from one side to the other, the chill ran down my back making me hold on to the seat as hard as I could, the sound of the engine had stopped, in my mind came the image of the stopped helices and the collapse grounded, it was inevitable.
My surprise was capital, we were still flying and inexplicably we were ascending, I looked over the shoulders of the crew, the propellers rotated at full speed only they did not emit any noise. I thought this is a trick of my mind to isolate myself from terror.
How long the torment would last looking at my watch, I shook it abruptly with light blows, it was stopped. They don't do things like they used to, I complained in my disturbed mind, to save money I ended up buying faulty batteries.
"Son, what time is it?"
"Dad, I don't know. My kinetic watch has stopped for the first time since I bought it."
The noise of the engine burst into the cabin and the bright sun illuminated us again, leaving the sudden darkness down. A voice was heard on the radio:
-Where were you? We have three days looking for them.
Obviously, we were late to our destination with a mystery that would intrigue us for life.
The end.
An original drabbler by @janaveda
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