Calçots de Valls
Aunque hay varias versiones sobre el origen del calçot, la más conocida es la que tiene el agricultor vallense Chat de Benaiges como protagonista. Este campesino, a finales del siglo XIX, coció los brotes de cebolla blanca a la brasa y obtuvo lo que hoy conocemos como calçots.
El cultivo del calçot sigue dos etapas diferenciadas. Entre los meses de septiembre y noviembre se plantan las semillas de cebolla blanca, que una vez han germinado se almacenan una temporada. Pasado este tiempo, se plantan los bulbos de cebolla dejándolos semicubiertos de tierra y se van cubriendo a medida que en crecen los brotes, en un proceso conocido como calzar (justamente de ahí proviene el nombre del producto). La recolección se produce entre los meses de noviembre y abril. El resultado es una cebolla tierna y dulce ideal para cocer a la brasa.
Aunque hoy en día encontramos el cultivo de calçots extendido por toda Cataluña, el ideal para la obtención de un producto de calidad es el clima húmedo y templado del área del Campo de Tarragona. Que permite garantizar sus características originales.
Desde 1995 los calçots obtenidos en el Alt Camp, Baix Camp, el Tarragonès y el Baix Penedès se engloban bajo la Indicación Geográfica Protegida "Calçot de Valls". Los calçots con esta denominación de calidad, con una longitud de entre 15 y 25 centímetros y un diámetro de entre 1,7 y 2,5, se presentan en haces de 25 a 50 unidades atados con un cordel azul y debidamente etiquetados.
Aparte de ser el elemento central de la fiesta de la calçotada, el calçot se ha convertido en los últimos años la materia prima para la elaboración de productos como bombones, helados, caramelos, tortas, pizzas o, incluso, licores .