Desde muy pequeña mis padres me hablaban de la existencia de Dios, un ser supremo que desde el cielo nos cuida y nos protege, así lo veía cuando era sólo una niña inocente. Crecí viendo las películas de Jesús, escuchando historias sobre los apóstoles y la Virgen María.

Mis padres me enseñaron amar y respetar las escrituras, me enseñaron a vivir con la firme creencia de que Dios existe y que la vida eterna es posible en el paraiso. Pero de la misma manera también me enseñaron que existe la maldad en un ser que domina aquellos que prefieren vivir en la oscuridad.

Para mí el bien y el mal existen, y no sólo como una creencia religiosa sino como parte de la vida. De nosotros mismos depende elegir si queremos vivir con la certeza de que Dios existe y que después de esta vida existe una vida mejor para todos o simplemente quedarnos en la oscuridad y elegir el mal.

En lo personal no he sentido ningún poder sobrenatural pero soy de las que piensan que "de que vuelan vuelan", un dicho popular en mi país, para hacer referencia a qué creemos en la posibilidad de su existencia.

Mi abuelo era una persona que creía en los espíritus y siempre nos contaba historias de aquellas almas perdidas que acudían a él en búsqueda de ayuda para encontrar el descanso eterno. Nunca dude de sus habilidades y aún hoy en día aunque no he confirmado que sus historias hayan sído totalmente reales, quiero creer que ciertamente tenía un don especial para sentir la presencia de esas almas y ayudarlas a cruzar al más aya.