Saludos a toda la comunidad de steemit; en especial a la de #steemsrilanka. Hoy me uno a este concurso de la semana 08, que organiza @timira, en el que nos invita a contar si alguna vez hemos gastado los steem de manera útil. Aquí les relato mis vivencias.

Quizás muchos sepan que en Venezuela, país ubicado en latinoamérica, vivimos situaciones conflictivas a nivel político que ha derivado en una precaria situación económica para sus habitantes. Los profesionales de distintas áreas del saber hemos tenido que buscar alternativas de ingreso que nos permitan cubrir nuestras necesidades básicas de alimentación.

Soy profesora universitaria, con veintitrés años de servicio. A lo largo de mi carrera cursé estudios de Maestría y Doctorado. Ganó 4 dólares americanos mensualmente. Eso no me permite comprar comida ni para cuatro días. Pero, desde que comencé a trabajar en Steemit mi situación de vida ha mejorado considerablemente. Puedo alimentarme bien y ayudar a mi familia. Confieso que vivo constantemente con temor a que esta situación cambie. Sin embargo, me encomiendo a Dios para que Steemit siga fortaleciéndose a través del tiempo.

Creo en las energías positivas y en las buenas acciones. Me gusta compartir mi pan con los necesitados, pues sé que el universos nos regresa lo bueno a manos llenas.

Hace poco logré cambiar unos sbds., compré comida y pensé en las niñas que viven en un albergue cercano a mi residencia, las cuales están pasando por una mala situación, ya que dependen de lo que el estado les proporciona para comer. Entonces fui a visitarlas. Tenían comida, pero carecían de productos de uso personal como papel toalet, crema dental, jabón de baño, toallas sanitarias, champú... La lista era larga. Gasté 30 millones de bolívares, que equivalen a 2 sbds. Les preparé una caja y se las llevé.

En este lugar viven diez niñas. La mayor tiene 40 años, nació con discapacidad. Esa siempre ha sido su casa. Nadie la adoptó. Hay niñas que están allí, porque sus padres las abandonaron; otras están por ser víctimas del maltrato familiar. Debo confesar que lloré escuchándolas hablar de sus sueños y de sus proyectos a futuro. Prometí regresar a llevarles más cosas, pero por la situación de pandemia tienen las visitas restringidas.

Haber ido a ese lugar me hizo agradecer más que nunca el haber nacido en un hogar sano y haber recibido afecto de mis padres.

Esta experiencia me permitió valorar el hogar, la libertad, el amor de los padres y familiares, los gestos de cariño, la comprensión y el amor. Para las niñas nada ha sido fácil. Sin embargo, saben reír desde el alma y agradecer el cariño que les regalan.

He intentado ir de nuevo a visitarlas, pero no ha sido posible. Ruego a Dios volver a estar con ellas para compartir todo cuanto tengo, y ayudarlas a creer en la gente.

Si deseas participar en este concurso aquí la información

Todas las fotos son propias.