Las manecillas no se detienen.

En un mundo de blanco y negro las nubes las veo pasar.
Vientos y aves cantoras melodiando al azar.
El sol en su punto más alto y el calor más vago.
La tarde perfecta para ver mi sombra pasar.

Caminando por las calles del vago mundo mi sueño se convierte en realidad, y a medida que pasaba el reloj no dejaba de sonar, tic tac tic tac, girando las manillas alrededor del circulo.

Todo se va convirtiendo en una pintura muy oscura, y tardes de colores serían en blanco y negro. Sensaciones intensas las que recorrían mi piel, erizándome los vellos y sintiendo un escalofrio en todo el cuerpo.

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En la sala de mi casa tenía el televisor encendido, la calefacción y ventanas abiertas, lo frío del invierno se sentía venir, y me congelaba cada vez más y más, obligándome así a estar acobijado en todo momento.

Las horas pasaban a minutos y los minutos a segundos, el tiempo seguía corriendo, y no sabía cómo detenerlo, pronto a pronto me convertiría en el animal que camina en una, en dos, y en tres patas.

Con lo aprendido de los años supe como caminar en tanta patas. Al nacer caminé en una pata, la cuál era “en la de mis padres”, en mi juventud caminé en dos, “durante mis años que más aprendí”, y tiempo después comencé a caminar en tres, de la mano a un palo el cuál me mantenía de pie.

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No bastaba tiempo para que el reloj dejara de avanzar, y justo cuando menos me lo esperé, ahí estaba pegado del reloj esperando a que se detuviera, fue justo cuando sus manecillas dejaron de avanzar……

Gracias por leer mi escrito, con mucho cariño @jlvillamizar

¡Saludos, Hasta la próxima!