Aguas Turbulentas / Por @casv

¡Hola estimados amigos de esta gran comunidad!

  Hoy aprovecho la gran oportunidad que nos brinda esta gran plataforma para expresar mis ideas, contradicciones y sentimientos a través de la escritura que nos permite poner a volar la imaginación y recrearnos en ella. Espero les guste y descubran la trama del siguiente relato.


_{Diseñado en Canva.com por @casv Fuente de Pixabay.com}



  Esperaba en casa, impaciente por el momento de su llegada, impulsando el latido de mi corazón en cada paso que avanzaba acercándose a mí. Oía el murmullo de sus sandalias ligeras que rosaban el suelo del pasillo con la paciencia del cansancio tras un largo viaje. Escuchaba el chasquido de sus llaves y el crujir de la puerta al entrar. Finalmente había llegado mi amada tormenta.

  Ella se sorprendió al verme en la puerta, pasada la medianoche, me suponía dormido. Reaccionó sonriente al asomo de mi mirada llena de alegría al verla, al tocar sus manos y besar sus labios. Ella me acompañaba con su recepción y empatía, sin embargo la sentía fría y cansada, presumiendo que el viaje la había fatigado.

  Sin entretenerse mucho descargaba sus maletas y se excusaba para darse una ducha e ir a la cama para dormir. Le decía que conversaríamos en la mañana para saber de su reciente viaje de retiro. Ella asentía con su cabeza quedándose dormida toda la noche a mi lado.

  Permanecía en un silencio sepulcral mientras cruzaban por mi mente mil pensamientos oscuros, contrarios a los que me subyugaban a su llegada. Era la noche eternizada por sensaciones contrariadas entre mi mente y mi corazón, revueltas como aguas turbulentas que presagiaban mi angustia y decepción.

  Sonaba el reloj despertador en la mañana, amenazando el final de la noche turbulenta. Ella se había levantado a preparar el desayuno, lo que no hacía cotidianamente. El reloj despertador se había convertido en una sirena de alarma que como una luz roja me indicaba que algo no andaba bien.

  Había subido a mi silla de ruedas para buscarla en el comedor. Atónito no coincidía alguna razón que explicara su ausencia, mientras mi mente atormentada dilucidaba la realidad. Recorría la casa en todos los lugares posibles, no encontraba su equipaje, no estaban sus llaves, sólo extrañamente encontraba sus sandalias.

¡Ella no estaba, nunca había llegado, todo había sido insólito!

  Al enfrentar la soledad, en medio de las aguas turbulentas que desafiaban mi razón, comprendí con resignación que ella me había visitado en otro plano, tras el accidente ocurrido, mientras aferrado a mi silla, resistía con dolor la noticia de su partida.

  Extrañaba tanto a mi amada que me ilusioné con su llegada para despedirla con resignación. Ahora libro una lucha entre mi fe, mi razón y mi aceptación, convirtiéndose en las aguas turbulentas de mi pasión.

• Los separadores son de mi autoría.
• Saludos especiales a @yrmaleza
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