Concurso: Mi mejor y mi peor materia / Por: @enrisanti

Desde pequeño nunca fui hábil en matemáticas. Era y sigo siendo lento para sacar cuentas. Me costaba trabajo hacer divisiones cuando el divisor era de dos o más cifras. Lo peor del caso es que me tocó estudiar primaria en la época en que los alumnos eran castigados por el maestro tanto verbal como físicamente. Mi trauma de la primaria me ocurrió en el cuarto grado, porque allí me tocó una maestra del sadismo, más que una maestra de escuela. Justo en ese año era cuando a uno le enseñaban a dividir entre dos o más cifras.

Caricatura del autor.

Esa maestra acostumbraba a jalarle a uno las patillas cuando uno le fallaba en las tareas. Y una vez sucedió que por mera flojera no hice una división pensando en que me habían cortado el cabello casi al rape, a excepción de un poco de pelo en la pollina. Y fue por allí donde la tipa me echó el jalonazo.

Mi problema con las matemáticas se debía más que todo a la falta de ayuda fuera de la escuela, más que al escaso cerebro para los números. Porque luego, en la secundaria tuve la suerte de conocer a un compañero de estudios que sí tenía ese talento y se esmeró en ayudarme. De allí en adelante fui quitándome la idea de que los números no eran mi fuerte, porque sin ellos no hubiera podido avanzar en mis estudios universitarios.

De mis materias favoritas en la escuela recuerdo la geografía y la biología; en efecto, tuve el honor de sacar en ellas buenas calificaciones.

Considero al respecto que las personas nacemos con habilidades naturales para ciertas cosas y que, muchas veces, nuestros tropiezos juveniles se deben en gran medida a la falta de apoyo en el hogar y/o a la misma falta de iniciativa de cada individuo.

Invitando a participar a: @aularluis, @tocho2, @haidee.