Meditando en Parábolas / El fariseo y el publicano

Mis consideraciones sobre la parábola del fariseo y el publicano (Lucas 18:8-14).

Parece que es una costumbre de mal gusto en muchas personas el estarse enalteciendo a sí mismas ante los demás. Esto lo vemos regularmente en muchos políticos, sobre todo en los megalómanos y corruptos. Incluso hay políticos que, durante sus discursos, como para impresionar o llamar la atención de los oyentes, citan a Cristo, lo mencionan o, en su defecto, utilizan el nombre de Dios. Bastante ingenuos los que creen en esos sujetos que para nada son temerosos de Jehová, puesto lo que más les apega del mundo es el poder, el dinero y los placeres asociados a estos.

Pero el asunto no ocurre solo en el submundo de la política, también ocurre en el seno de muchas religiones, puesto que nada es perfecto. De allí que no es raro encontrarnos con líderes religiosos que se van de la lengua y juzgan a diestra y siniestra a los demás, sin tener cuidado de que ellos también son seres humanos que en determinadas circunstancias sus principios pudieran fallar; o inclusive puede que tengan familiares, hermanos, hijos que pudieran caer en determinado momento en alguna situación bochornosa o detestable.

¿Cuántos líderes religiosos en sus vidas privadas no contradicen lo que con voz altisonante pregonan ante los micrófonos de alguna iglesia o congregación y a veces a través de las emisoras de radio? De modo que, por más fiel cristiano o por más dirigente religioso o predicador que tú seas, debes evitar el juzgar a diestra y siniestra a las demás personas. Y es lo que recomienda Cristo por allí en otro de los evangelios: “No se conviertan en jueces de los demás, y así Dios no los juzgará a ustedes”. (Mateo 7:1-23).

El que se compara con los demás, aunque sea solo en su mente, en su privacidad interna, con la finalidad de sentirse superior ante los ojos de Dios, en realidad está bastante equivocado o, como se dice aquí en Venezuela: está más pelado que rodilla de chivo.

En cuanto a esto, lo que tenemos que hacer es vigilarnos a nosotros mismos como para no resbalar y caer en tentación. Imitar a Cristo es bastante difícil, pero hay que tener en cuenta todos sus consejos, porque no nos queda de otra.

_{Invitación: @mile16, @sabrib, @elprofe62}