La inmensidad del mar nos hace sentir tan pequeños, pero con tanto que agradecer; Y es que en medio de esa inmensidad y majestuosidad podemos llegar a encontrar las respuestas a todo lo que queramos.
En tanta inmensidad no basta un día para recorrer y conocer. Estar frente al mar, es escuchar su voz, un susurro en medio de las olas, algo que es indescriptible en palabras.
Contemplar el mas es un placer, es una satisfacción donde podemos reír y disfrutar sin más.
¿Qué sientes cuando estas frente al mar?
Por ejemplo, yo siento que me encuentro a mí misma cuando estoy frente a frente, cuando lo vivo y lo disfruto, porque no hay nada más hermoso que la tranquilidad.
A todos nos pasa que cuando estamos frente al mar y la brisa nos roza, nos sentimos más vivos y entonces, los sonidos de ese mar son para nosotros agradables palabras que vamos descifrando y que pueden convertirse en música para nuestros oídos.
Cuando estamos en la playa, cuando nos sentamos en la arena y vemos las olas una tras otra, nos planteamos "Estoy feliz" y surge el amo estar aquí.
¿Cómo amamos?
Puedo asegurar que muchos de nosotros amamos tanto que no lo podemos explicar, amamos como observamos la inmensidad del mar, sin condiciones, sin peros que valgan, amamos de una manera única, amamos, así como esa grandeza del mar.
El mar y su inmensidad no tienen comparación, así amamos y cuanto más lo hacemos más vivimos intensamente; Encontramos en nosotros el principio, pero no el final de esa vivencia, así es el mar.
¿Qué nos ofrece el mar?
El mar sin pedir nada a cambio simplemente nos regala caricias, esas que no se comparan, esas que nos llenan el alma, esas que son mágicas.
En la inmensidad del mar olvidamos por mucho, cuan pequeños son nuestros problemas y es que las cosas en la vida vienen y van.
Las olas van y vienen, nos sentamos en la arena observamos y ¿qué pasa? una va y otra regresa a la orilla, sin preguntar, sin cuestionar, solo regresa una mejor.
Las olas del mar rompen finamente el silencio, sus palabras van susurrando y la música se enciende con solo detenernos a observar la inmensidad del mar, eso que nos ofrece, eso que nos regala sin motivos ni razón.
Nuestro tiempo es muy valioso, analicemos lo que hacemos, meditemos, sentarse frente al mar te permite sanar muchas cosas que llevamos por dentro, debemos apreciar y no debemos malgastar nuestras fuerzas en lo que no da felicidad, nada es fácil, pero podemos convertirlo de imposible a posible, cuando hay esperanza.
No a todos nos motivan las mismas cosas, tenemos sueños que anhelamos convertir en realidad; Un claro ejemplo muy cierto es que en nuestras vidas estamos como las olas del mar, que inevitablemente no lo podemos controlar, siempre vendrá una ola que lo puede cambiar todo y mucho más.