¡Qué hermosa eres, señora!

¡Qué hermosa eres, señora! Lo eres tanto,
Jamás he visto perla más bella;
que resplandeciente luz de estrella
alumbre mi camino con brillo santo.
Miro tu boca, y quedo en el encanto
de la amable sonrisa que destella;
miro tu rojo cabello, y veo aquella
como una fuente que me inspira tanto.
Y contemplo lo empinado de tu seno y cuello,
y siento que todo aquello
me hace despertar en un canto
que de amor profundo, deliro en llanto.
Finalmente, señora;
cuando sus radiantes ojos me miran,
hay algo dentro de mi que le implora;
mi corazón y mi alma, que por usted, deliran.