“La mente de un hombre inteligente adquiere conocimiento; los oídos del sabio buscan conocimiento” -Proverbio18:15-
Con esta frase inició el mentor -el abuelo de la playa- cierta tarde, al observar la curiosidad natural de un niño, que exploraba todo lo que encontraba en la arena. La vida es un mar profundo de saberes variados; jamás se acaban las posibilidades de un aprendizaje; los sabios judíos consideran que un tema cualquiera, puede llegar a tener 70 formas de encararlo para extraer conocimientos en profundidad.
¡Saludos apreciados lectores!
El 17 de noviembre en varias culturas se celebra el día internacional de los estudiantes, dando principal énfasis a la juventud, en el despertar de la primavera de sus curiosidades; quizás todas juntas -decía el abuelo- de ahí la importancia de proteger esa bendita inocencia de explorarlo todo. El peligro que se corre al educar o al guiar al estudiante, es querer imponer a fuerza profesiones, quizás por tradiciones familiares o porque en el momento son bien pagadas en el mercado laboral.
Los libros y los laboratorios de prácticas son los mejores maestros, donde los aprendices mediante los problemas cotidianos, aprenden a crear las soluciones de las incógnitas más apremiantes para resolver los conflictos sociales y familiares. La pregunta que surge en algunos escenarios es: ¿y hasta cuando una persona debe aprender? Todo mentor responsable, siempre contesta: “hasta la tumba, pues una mente inocente, siempre estará abierta a los saberes, jamás envejecerá”
¡Así que cada nuevo día, cada uno tenemos otra oportunidad de saber algo más!
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