Vivir en Venezuela es toda una aventura extrema que a veces puede convertirse en una historia de terror. Aquí, lo básico se vuelve toda una odisea. Durante veinte años, ya veintiuno, nuestros dias se han caracterizado por tener que vivir como dicen algunos, al filo de la navaja.

Vivir al filo de la navaja quiere decir, vivir asustado, apurado, preocupado porque algo se te va a terminar y no lo vas a poder reponer, generando en ti, una situación de angustia permanente.

En estos dias de cuarentena, particularmente, por la escasez de gasolina, estas tareas se han vuelto más extremas. Una de ellas es, la reposición de cosas tan simples como el gas para cocinar.

Desde que comenzó esta situación con el virus, he estado recluida en mi casa, estirando el medio tanque de gasolina que me quedó cuando empezó toda esta tragedia griega.

Estar en casa no es lo dificil, de hecho, a mi me ha caido muy bien desde todo punto de vista, pero el tener que reponer cosas que en otros paises son faciles y básicas, aqui es toda una aventura.

Estuve solicitando la reposición de mi bombona de gas durante tres semanas más o menos sin exito, llamando a diario al señor del camión que siempre me asiste, en estos dias de cuarentena se ha vuelto inaccesible por el tema de la ausencia de gasolina.

Al fin, después de tanto investigar con algunas personas, encontré un sitio cercano donde venden la marca de gas que utilizo, fuí, con el poquito de gasolina y dejé la bombona para recogerla al dia siguiente pues, tenian que llenarla.

El día Sábado me llamaron y me dijeron que hubo problemas en la planta de llenado y que sería el lunes cuando me la tendrían. Viví rezando el fin de semana para que la bombona actual no me dejara a pie (o sea, se terminara y yo sin la de repuesto).

El Lunes me avisan que fuera a recoger mi bombona, me trasladé rezándole al tanque de gasolina que ya está a punto de caramelo, enciendo mi carro y ¿a que no saben qué?, encendió la luz amarilla de la alerta de gasolina, o sea, no me quedaba casi nada jajaja, era hora de parar el vehículo en casa.

Me encomendé a Dios y como toda una guerrera ninja que va a la pelea (asustada eso si jajaja), fuí a buscar mi bombona, de regreso, venía estresada (más que de costumbre pues) rogando no quedarme botada, aunque aqui ya venimos tiempo acostumbrados a torear lo malo, nunca deja uno de estresarse y recordar lo que es vivir al filo de la navaja, o sea, en Venezuela.

Sin embargo, pudo haber sido peor, como diría mi querida amiga @lisfabian, seguimos aprendiendo, pues parece que nunca termina el camino en este, nuestro pais de aventuras...

_{Algo bonito para finalizar, no todo es difícil, hay cosas que alegran los dias.}

Gracias por tomarse un tiempo para esta lectura.

@marybellrg.

_{Todas las fotografías son de mi propiedad.
Los separadores de parrafo fueron creados y obsequiados a mi persona, por la usuaria @zhanavic69 para el uso en mis publicaciones.
Mi firma como miembro Club12 es de mi creación utilizando la herramienta Powerpoint.}

Ser libre y volar es una
elección.

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