Durante muchos años la desigualdad social se ha visto en el sector rural, no ha sido fácil, muchos citadinos no son nada agradables con estas comunidades vulneradas por grupos armados, que luchan día a día por salir adelante, llevar a cada mesa rural o urbana un poco de sus maravillosos productos.
Es admirable la labor que realizan, los desvelos continuos para que el dueño de lo ajeno no se lleve el fruto de sus esfuerzos, las constantes madrugadas para realizar sus labores en el hogar y salir a labrar sus tierras o a ordeñar algunas vacas. Ellos tienen un gran valor dentro de la población colombiana, lamentablemente no hay un reconocimiento, el mismo que le dan a un abogado, un ingeniero, arquitecto, etc.
La situación es peor cuando nuestra historia muestra que los grandes terratenientes no siempre lo fueron y que muchos tampoco pagaron precios justos por tierras que ayudaron a expandir sus fronteras, por situaciones como la expuesta ocurrieron desplazamientos y muertes.
Es momento de darle al agricultor el lugar que se merece, es momento de agradecerles cada fruta y verdura que llega a nuestra mesa.