Mi día inició como siempre dando gracias a Dios por un nuevo despertar, pasé al baño por mi aseo personal, me vestí y posteriormente fuí a la cocina por el desayuno. Cómo las opciones no eran muchas amasé para hacer las habituales arepas de harina de maíz precocido, que rellené con queso guayanés y acompañé con una tacita de café negro bien caliente.

Como en la mañana mi papá fue a la lonja pesquera en busca de proteínas y consiguió lamparosa en 45,00 Bs (18.425 STEEM) la caja (10kg), almorzamos con este exquisito pescado de carne blanca frito. Cuando fui a servir la comida pensé que el pescado que me habían dejado estaba entero, pero no era la mitad, así que se podrán imaginar lo grande y gordo que estaban, a pesar de que éste se caracteriza por ser pequeño y tener poca carne. Lo acompañamos con arroz blanco y una ensalada de papa, zanahoria y tomate, porque se había acabado la remolacha y el repollo que son los otros ingredientes que generalmente le agregamos.

La merienda de este día es un poco difícil de describir, me la ofrecieron como majarete de maíz cariaco, un postre tradicional de la región donde vivo que se elabora a base de harina de maíz cariaco tostado (un maíz de grano más grande que el maíz blanco tradicional, de forma redonda y coloración blanca mate), leche de coco, canela y azúcar o papelón (panela o piloncillo), pero por la consistencia y el sabor que tenía parecía mazamorra, otro postre tradicional elaborado a base de maíz tierno. Cualquiera que sea el maíz que usaron para elaborarlo lo cierto es que estaba muy sabroso y para realzar su sabor le agregué un poco de canela molida.

Finalmente para la cena hicieron acto de presencia nuevamente las arepas, en esta oportunidad rellenas con mortadela, queso blanco rayado y un toque de salsa de tomate.