Recuerdo que alguien dijo:

_ “Va a estar bien, ya le he hablado”. ¡Me pareció estúpido aquel comentario!, entre alargadas caras tristes se hacía difícil pensar que un simple mortal sea capaz de decirlo.

Miraba alrededor, tratando de ponerme en lugar de cada quién. No es grato estar parado al borde de un jardín oscuro, sabiendo que de algún modo alguien caminaba de arriba abajo entre nosotros sin poder ser escuchado.

Se va el silencio, se va y no queda nada... Ayudábamos a recoger las sillas alineadas en filas amontonándolas una encima de otra, abriendo espacio para que pasara la procesión.

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Sería honrado de tomar un lugar delante y aferrarme al asidero de una esquina, seguro podría caminar kilómetros sin descanso, no creo que el símbolo de la amistad pueda ser un peso en el hombro de un hermano.

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Como puede el azul de la mañana disipar su esplendor en solo segundos, solo se inquietaron aun más los corazones rotos.

Seguíamos rumbo al portal, un arco gigante. Esas talladuras de marfil en una obra de diseño admirable.

Cubierta por enredaderas que dejaban ver el poema helenístico de la vida y la muerte, troquelado, donde entran cien almas en pena y solo una sin regreso…

Se nubló el cielo, se cubrió en negro esa mañana.

Aun hoy en día, conservo una idea de cómo pudo haber sido el recorrido de aquel viaje.

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"Estuvimos haciendo acrobacias en el atril de una vagoneta, la vida pasaba en segundos y hasta el lugar más conocido fue inhóspito. Vivimos al borde, entramos en una gruta oscura, confuso entre sus cambios bidireccionales estábamos atrapados sin divisar la salida. Luego otra vez, en la carretera jugando un juego de supervivencia hasta llegar a una cima de cielo donde vimos el mundo a nuestros pies. Cantamos la canción que fue como plegaria hasta que esa lluvia maldita comenzó... Fueron las lágrimas de aquel joven niño llorando por su nuevo amor en medio de la fiesta. Entramos al camposanto y volvimos con una cruz de bronce, presagio de la fatalidad en un viaje sin regreso…”

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"Si solo hubieras pensado en tomarte un tiempo para ti mismo, ahora no tendríamos que mirarte, cuando todo está perdido".

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Se acercó a la ventanilla del auto la cual extrañamente no quiso bajar, entonces abrió la puerta dejándo ver cómo sería su destino dentro de solo algunas horas, ya que el viaje había comenzado y el tiempo nunca se detiene cuando se escribe una historia.

"Recuerdo tu mano extendida diciéndome adiós, esa barrera interpuesta entre ambos guardaba un significado oculto..."

La injusticia de un hombre joven es perder el rumbo. Soy uno de los pocos testigos de lo injusto y también tuve que pasar por eso en un tiempo remoto.

¡Nunca es tarde para emprender el viaje!, la vida es solo segundo, dejas tu huella a un lado del camino y cuando llega el final, no eres tú, quién escoge ese lugar en el mundo...

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