Más allá de la trama y el desenlace, esta película es un hechizo para las almas sensibles, aquellas quienes tienen el poder de palpar con sus emociones la belleza y la melancolía de la vida.

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Todas y cada una de las personas en este mundo en algún momento han anhelado algo, lo desean tanto que cuando el camino se les torna difícil y comienzan a pensar que su deseo parece imposible, entonces comienzan, quizá por miedo o desespero, a tomar decisiones que afectan directamente a las cosas de mayor importancia en sus vidas, resultando muchas veces en hechos inevitablemente inesperados.

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En “La La Land” ocurre exactamente lo mismo, nos cuentan una historia tan “de la vida real” y sin un final feliz que parece ilógico que la película sea un musical (aunque mientras la estás viendo no te puedas dar cuenta de esto). Pero entonces, ¿Qué hace a la película tan maravillosa y aclamada por el público? Las emociones que se pueden captar a través de sus escenas románticas, la música que te invade hasta la medula espinal con su elegancia y delicadeza, los colores vibrantes que jamás desaparecen, cautivando al espectador al instante sin ningún tipo de precedentes. Es una historia típica desenvuelta en los escenarios de un cuento mágico, como si se tratase de una historia irreal.

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Ya la he visto un millón de veces y jamás me canso de ella. Ya para finalizar y como dato curioso, recientemente me di cuenta que en casi todas sus escenas el color rojo, amarillo, verde y azul están presentes, además de que los vestuarios en su mayoría son unicolor resaltando también los colores ya mencionados. Un hecho que lo hace aún más interesante.