Aquellos Encuentros Mágicos

En épocas de crisis, luego de alguna catástrofe o una enfermedad colectiva, como la actual pandemia, algunas familias tienen la urgente necesidad de crear formas económicas de subsistencia. Los sabios de todas las épocas acostumbran aconsejar a través de contar historias de encuentros mágicos; según ellos, dos puntos en necesidad tienen su tiempo de encuentro con la finalidad de complementarse con el intercambio de sus elementos o saberes. Nuestra historia ocurrió hace muchos siglos, cuando la civilización aún no despertaba.

Dos familias, una de ellas sabía fabricar velas, para iluminar algunas horas de la noche cuando fuera necesario, pues en la población cuando llegaba la noche, las gentes estaban en sus hogares. Por tanto se vendían muy pocas, lo que les daba sólo para comprar alimentos. La otra familia vivía en una isla a varias horas en lancha, ellos vivían de la pesca, aunque no había garantía que los peces picaran y el hambre los alcanzaba; habían encontrado unas piedras que brillaban, en plegaria familiar se les ocurrió ir al otro lado a ver si eso tenía algún valor.

El pescador, llegó al poblado costero pasadas las 5 de la tarde, debido a que hubo mal tiempo, navego despacio, empezaba a oscurecer, recorrió un par de caminos, cuando de pronto observo que en una cabaña una luz brillaba en el interior, se acercó y pidió posada. ¿Qué es eso que alumbra? -pregunto- ah, se llama vela, aquí las fabricamos contesto el hombre de la casa. Es novedoso para nosotros, -dijo- de donde vengo no conocemos esa candela. ¿Podrían compartirme alguna de ellas y a cambio les dejó una de estas piedras? El fabricante de velas observó detenidamente y concluyó que se trataba de un diamante.